En la concurrida avenida de doble mano frente al aeropuerto de Managua, en un cártel al aire libre con figuras coloridas se destaca en el paisaje gris: «Nicaragua, tierra de los lagos y volcanes».
Si parece difícil sumergirse en esa belleza cuando se está en el tránsito de la capital nicaragüense, la propaganda se vuelve realidad cuanto más se entra en el país. Sí, Nicaragua es tierra de impresionantes lagos y volcanes, y se confirma como destino turístico de aventura en Centroamérica.
El país de sólo seis millones de habitantes tiene al menos 12 volcanes de diferentes perfiles y grados de dificultad para los visitantes. Hay volcanes activos, como el Masaya y su lava incandescente. Otros cubiertos por bosques desde hace miles de años, en el caso del Mombacho. Y hasta volcán para surfear (el temido y adorado Cerro Negro – calma, llegaremos allí).
Entre los lagos, el más famoso es el Lago de Nicaragua, llamado también de Cocibolca, que alberga 365 pequeñas islas, además de la famosa isla de Ometepe, un paraíso de 276km² amenazado por un proyecto de construcción de canal mayor que el de Panamá.
Otro punto impresionante es la Reserva Laguna de Apoyo, un área de 43km² con una piscina natural formada en el cráter de un volcán extinto, según expertos, hace unos 23 mil años. En algunos puntos, la profundidad llega a 250 metros. El Río San Juan, única conexión con el Mar Caribe, también llama la atención.
En común, son todos lugares creados por la naturaleza, que conservan el aire salvaje a pesar del turismo creciente. Es un viaje para encantar los ojos y cansar las piernas, en las caminatas senderos por encima de un volcán – y para descansar también, flotando en algún lago, siempre que no sea el Cocibolca que, dicen, tiene tiburones.
La simplicidad y la simpatía de los nicaragüenses – «nicas», para los íntimos – son atracciones aparte. El país -uno de los más seguros de América Central y codiciado cada vez más por inmigrantes de la región- invierte en infraestructura para sacar ventaja de lo que la naturaleza le dio. Y sin dejar de lado su historia, marcada por invasiones, conflictos internos y una dictadura que hundieron a Nicaragua en desigualdad social.
Este pasado sigue vivo en ciudades coloniales como Granada, incendiada y reconstruida varias veces, y León, cuna de la revolución sandinista, que libró al país del dictador Somoza. Pero esos son sólo algunos de los destaques que transforman el territorio de 130 mil km² (menor que el Ceará) en un gran destino.