Nicaragua lamenta partida física de Monseñor Pedro Casaldáliga

NOTA SOBRE LA PARTIDA
A OTRO PLANO DE VIDA
DE MONSEÑOR PEDRO CASALDALIGA

Espero que la causa de la Paz y sus gestiones sigan adelante, a pesar de tanta mentira y manipulación. Dios y los Pobres y la voluntad dignísima de su Pueblo podrán más, Daniel.

De Monseñor Pedro Casaldáliga, a Daniel
2 de Octubre de 1985

Hoy 8 de Agosto, supimos de la partida hacia la Casa del Padre, de nuestro Querido Don Pedro, Monseñor Pedro Casaldáliga, Obispo de los Pobres de esa Amazonía que tanto amó.

Aquí tuvimos el privilegio de conocerle y recibirle, e incluso de que bautizara a nuestr@s hij@s y fuese Padrino de un@ de ell@s. No tenemos palabras para describir el caudal espiritual de la Vida y Obra de Monseñor Don Pedro, en su paso por esta nuestra Nicaragua, Cristiana y Solidaria.

Con Amor sencillo, con Valentía infinita, con delicado y sostenido Empeño, Don Pedro supo enseñarnos a vivir caminando con la Cruz de Cristo como Signo Redentor, y como Compromiso de Vida entregada al Prójimo, que nos ha demandado, y demanda, Justicia, Derechos, Respeto a la Dignidad Humana.

Don Pedro Casaldáliga, és y será Ejemplo de ese Cristianismo de Amor y Paz que anima y alienta nuestra Existencia y que renueva a diario en cada Ser Humano que lo profesa, la convicción y determinación de servir con Amor.

Con Don Pedro aprendimos a enfrentar y trascender retos, sin perder el Alma Buena o el sentido real de Generosidad y Solidaridad que solo és Justicia, para una Humanidad que exige Convivencia Fraternal, Respetuosa y enaltecida por la Fé, para superar diferencias, conflictos, y procurar Armonía entre tod@s, y por el Bien de Tod@s.

A Don Pedro Casaldáliga, Héroe de los Humildes, él mismo Humilde, sin más pretensión que servir a Dios en el Pueblo, le debemos seguir, caminando ese Legado de Comunidad Cristiana, Fraternal y Vital. Con Amor y Esperanza asumimos el Deber y la Responsabilidad de continuar entregados a esa Misión Justa, Liberadora y de Plenitud Humana

(FIRMAS)

Daniel Ortega Saavedra         Rosario Murillo

Carta de Monseñor Pedro Casaldáliga

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