A las 5:30 de las tarde, del pasado 10 de abril, los capitalinos y leoneses principalmente, sintieron una vez más la fuerza destructiva de la naturaleza, con el potente sismo de 6.2 grados que alteró a las familias nicaragüenses, pero que a la vez permitió poner a prueba la capacidad de respuesta y monitoreo del Gobierno Sandinista.
Recientemente el compañero Wilfried Strauss, asesor de INETER, destacó que el fuerte sismo sirvió “para que Nicaragua empezara la instalación y mejoramiento del sistema de monitoreo de sismos. Además fue una excelente oportunidad para intercambiar información con los demás países de la región centroamericana”.
El compañero Strauss informó que con el fin de aprovechar las herramientas tecnológicas y prevenir situaciones de riesgo, el gobierno está trabajando en el desarrollo de un programa que permitirá enviar mensajes de texto para informar a las familias nicaragüenses sobre sismos que ocurran en la región centroamericana.
“Es un proyecto ambicioso, que tendrá frutos en un par de años y permitirá que las familias sepan del sismo antes de la sacudida”, dijo el asesor de SINAPRED.
Por su parte el doctor Guillermo González, asesor presidencial en gestión de riesgos del SINAPRED, resaltó que una de las prioridades del Gobierno Sandinista ha sido preparar a las familias para tener la adecuada capacidad de respuesta ante los eventos naturales, tal como ocurrió hace un año.
“Los sismos son una realidad. Lamentablemente no podemos saber cuándo ocurrirán, ni la magnitud, pero el Gobierno ha logrado fortalecer los planes de evacuación y hacer que las familias tengan como prioridad salvar sus vidas y la de los suyos”, dijo el doctor González.
“Hablar de muertos cuando ocurre un terremoto en Nicaragua ya es estadística del pasado, porque con los fenómenos naturales ocurridos recientemente el gobierno ha reubicado a familias en situación de riesgo que vivían en escombros o en cercanías del lago Xolotán”, resaltó.
A la vez refirió que Nicaragua tiene hoy una política para reducir la vulnerabilidad en las construcciones, pues ahora se cumple con normas de infraestructura en edificios públicos como hospitales, centros escolares o en las mismas viviendas.
El terremoto del 10 de abril del año 2014, tuvo una magnitud de 6.2, su epicentro se localizó al suroeste del lago Xolotlán, específicamente a 5 kilómetros al este de Nagarote, León, y generó miles de microsismos.
El terremoto, rememoró a los capitalinos, lo vivido en diciembre de 1972, cuando un sismo de igual magnitud, cambió por completo Managua, dejando miles de muertos, por el tipo de construcciones y la nula preparación de la población ante estos tipos de eventos.
El gobierno del presidente Daniel Ortega, desde el mismo día del terremoto del 10 de abril del 2014, albergó a 428 familias compuestas por mil 671 personas, que vivían en zonas de riesgo, otras cuyas viviendas sufrieron severos daños y 231 que colapsaron de estas 117 en la capital.
De acuerdo al SINAPRED, un total de dos mil 354 casas, sufrieron daños, principalmente en Managua y León.
El gobierno debido a que sitios históricos sufrieron severos daños por el potente sísmo y posterior enjambre de temblores, tuvo que demoler más de 47 edificios históricos, entre ellos la antigua sede de la Lotería Nacional en el barrio Rubén Darío, así como los monumentos de la Concha Acústica y el Faro de la Paz.