El 3 de junio del 2018 los nicaragüenses amanecieron con una triste noticia. El Cardenal Miguel Obando y Bravo había partido del plano terrenal en medio de una situación compleja para su país.
El hombre, el religioso y prócer de la Paz y la Reconciliación es el máximo referente de mediación y reconciliación de nuestra era.
La rectora de la Universidad Católica, Michelle Rivas, aún guarda el luto portando un lazo negro cerca del corazón.
Asegura que al llegar a un mes completo desde que Su Eminencia pasó a la casa del padre, es imposible negar su ausencia física.
Escoger entre sus recuerdos para describir al Cardenal de la Paz no le fue fácil. Mucho menos lo fue decidir cómo referirse a la amplia dimensión que abarcaba siendo un ser querido, pero también una figura universal que todavía va dejando huellas en la vida de la familia católica, la universitaria y la sociedad nicaragüense.
“Sin embargo, a pesar de su ausencia física lo sentimos más presente hoy que nunca, recordando ese legado que nos dejó, que es trabajar por los jóvenes, trabajar por la educación, apostar a esa educación que es la base del desarrollo de cualquier país, de cualquier sociedad”, dijo, esbozando en su rostro una ligera sonrisa, con la que demostró sin palabras, la admiración que le causa recordar al emisario de Dios.
Dos chispas brillantes se encendieron entonces sobre sus ojos café claro. Fueron el indicio de que se transportaba a los momentos en los que aprendía junto a él la vocación del educador y el compromiso con la sociedad aferrándose siempre a sus principios como religioso.
“Hoy más que nunca nosotros tenemos que seguir esas enseñanzas. Trabajar por la cultura de la vida. Siempre él decía que no debíamos apostar por la cultura de la muerte sino, por la cultura de la vida, todo aquello que trajera reconciliación, que trajera paz a nuestros corazones”, asegura, renovada en optimismo y comprometida con cumplir la misión encomendada por Obando.
Fe para seguir adelante
Desde su silla como cabeza de la casa de estudios, acostumbrándose a las cámaras y los micrófonos mientras hablaba, se refirió a la fe que renace en estos tiempos difíciles gracias al ejemplo del Cardenal.
“Hay que trabajar con los muchachos de cerca, para trabajar no solamente lo que es la preparación académica, que es nuestra misión como universidad, sino en la preparación de ellos como personas, que en sus corazones abunde ese amor que se necesita tener para trabajar por el bien del hermano, del prójimo, vernos como seres humanos que somos, vernos como reflejo de Cristo.Si vos ves en tu hermano tu reflejo, el reflejo de Cristo, no le vas a querer hacer daño porque no te vas a querer hacer daño vos mismos”, dijo en tono relajado, con un semblante conciliador que invitaba a la paz.
Homenaje permanente
El alma mater mantiene homenaje permanente al alto líder religioso. Todos los días durante este último mes, se han celebrado homilías en las que el dolor se ha convertido en esperanza.
La foto del Cardenal, escogida para recordarlo en la capilla improvisada donde se han celebrado las eucaristías, es una en la que luce una sonrisa de esas amplias y espontáneas que contagiaba a todos a su alrededor.
Monseñor Eddy Montenegro, Prelado de honor del Papa Juan Pablo II reconoce que el Cardenal Obando los preparó para enfrentar el momento de su partida.
“Y claro, somos personas de fe y aunque tenemos la fortaleza de la fe, se siente marcada la ausencia del Cardenal, esas palabras de aliento. Era un hombre con una visión fuerte del futuro […] Muchas veces con semanas de antelación nos contaba cómo iba a ser el movimiento de lo que iba a pasar”, relató desde su despacho.
Al respecto señala que el guía espiritual siempre tenía un fuerte lenguaje de espereza y aliento.
“Eso te lo puede decir mucha gente que recibió del Cardenal muchos consejos, tanto en la vida pública de los actores de la situación nacional que llegaban donde él o más bien gente que llegaba a aconsejarse por problemas matrimoniales, con jóvenes que aspiraban a diferentes cosas, siempre te alentaba un paso más allá, haciéndote vivir la esperanza”, valoró.
Vivir su ejemplo
En estos momentos difíciles por los que atraviesa el país, consideró que es importante vivir el ejemplo que él dejó.
“Un legado tremendo de entrega, de trabajo, no solamente por las funciones eclesiásticas que él tuvo como arzobispo de Managua, como pastor. Pero ahí te lo dice todo, el pastor, el Padre de familia, todas las personas tienen una forma de pastorear y yo creo que lo importante es apegarse al evangelio”, comentó.
En eso coincide Sor Analicia Mejía Cartagena que, a pesar de tener dolor emocional, sabe que cuentan con un ‘santito’ en el cielo. “Que intercede por Nicaragua, por todos sus amigos, su familia que somos todos nosotros, entonces más bien es una alegría… un mes de gozo, a veces uno se pone a pensar, es triste, pero es una felicidad el saber que él está allá y sentimos su presencia”.
Como un amigo es recordado también por Sor María Auxiliadora Aburto. Ahora se ha convertido en su fortaleza, pero también en su consuelo.
“Su eminencia en todo momento, en su vida y sé que ahora en su vida ya con el señor siempre ha buscado lo que es la paz de Nicaragua, lo que es el amor de nuestra patria, cobra vida, cobra mucha fortaleza en cada una de nosotras”, expresó.
Su alegría en la entrega durante su servicio, su vocación plena como religioso también motivó a Sor Martha Jerez, misionera de Cristo Rey.