Entre suela, cuerina y hormas, así crecieron los 12 hijos de doña Julia Antonia Sánchez, una mujer luchadora, quien junto a su esposo trabaja desde hace más de 30 años en la confección de zapatos en el departamento de Masaya.
En la Ciudad de las Flores, se observan a dueños de pequeños talleres y comerciantes que ofrecen el calzado con sello nica, un talento con el que nacieron estos hombres y mujeres, quienes agregan la calidad y el ingenio al producto terminado.
El oficio de la zapatería lleva un proceso, quizás bastante tedioso, que va desde cortar la plantilla, echar pega, alistar y montar, entre otros procesos que Julia aprendió muy bien y nos comparte su experiencia.
Nos recibió en su casa convertida en un taller de zapatería, en el que trabaja en equipo con su esposo y 2 de sus hijos, cada uno con sus asignaciones para finalizar los zapatos o sandalias.
Se levanta a las 6:00am para apoyar en el acabado de los zapatos, y luego ir a venderlos al mercado de Masaya y ofreciendo tramo a trabajo a 60 córdobas el par de sandalias, saca el dinero del día, que también es usado para comprar más material.
“La verdad que, no es chiche ser madre, es duro, pero el oficio de la zapatería nos ha ayudado para sacar adelante a la familia y yo les digo a mis hijos que, la mejor herencia que yo les puedo dejar es el trabajo”, expresó Julia.
Desde los 7 años, su hijo José Luis Hernández trabaja junto a su mamá en la zapatería, aunque recordó que su sueño es un boxeador.
“Me siento orgulloso de mi mamá, que siempre ha buscado la manera de apoyarnos. Para mí todos los días es día de ella y yo les digo a los que tienen a su mamá que deben de valorarla mucho”.
Su mayor deseo es, poder ofrecer sus productos en el mercado Ernesto Fernández en Masaya, y así descansar un poco de los grandes trayectos que debe recorrer para poder colocar los zapatos.
Doña Julia nos demuestra que no hay barreras para aprender un oficio y más cuando el entusiasmo y dedicación van de la mano.