Compañera Rosario Murillo expresa condolencias por fallecimiento del Cardenal Paulo Evaristo Arns de Brasil

 Foto: GABRIELA BILO/ ESTADAO

La Coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, Compañera Rosario Murillo, lamentó el fallecimiento del Cardenal brasileño Paulo Evaristo Arns, quien fue un destacado defensor de los derechos humanos.

“Queremos también al iniciar estas palabras saludar al pueblo brasileño con solidaridad y cariño. Hoy ha fallecido a los 95 años, y después de una vida dedicada a la defensa de los derechos humanos, el cardenal Paulo Evaristo Arns, franciscano, quien enfrentó con valentía la dictadura militar del Brasil”, manifestó Rosario este miércoles en su alocución a través de los Medios de Poder de las Familias y Comunidades.

“Él denunció las torturas, las desapariciones, las prisiones arbitrarias y fue un destacado defensor del pueblo brasileño en esos momentos de oscuridad”, expresó.

“Nosotros lo conocimos. El Comandante Daniel estuvo en el año ochenta reunido con él, cuando asistió en Brasil a distintos eventos, invitado por Frei Betto. Ahí conocimos también al hoy ex presidente Lula, quien acababa de salir de una larga huelga de hambre”, subrayó la Compañera.

Destacó que en ese encuentro Daniel habló con el Cardenal sobre la larga historia de lucha y heroismo del pueblo nicaragüense.

Rosario indicó que Arns fue también muy amigo del Padre Miguel D’Escoto, ex presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas y ex canciller de Nicaragua.

El cardenal Paulo Evaristo Arns (Forquilhinha, 1921) era el quinto de los trece hijos de un matrimonio de inmigrantes alemanes, Gabriel Arns y Helena Steiner Arns, instalado en el estado de Santa Catarina, al sur de Brasil.

Con poco más de veinte años, ingresó en la Orden Franciscana después de haber estudiado Filosofía en Curitiba (Paraná) y Teología en Petrópolis (Río de Janeiro), pero no fue hasta 1945 cuando fue ordenado sacerdote.

Sus ansias por el conocimiento le llevaron a cruzar el Atlántico y formarse en Francia para doctorarse en Letras por La Universidad de la Sorbona de París, donde también estudió Literatura Antigua.

A su vuelta a Brasil, fue profesor durante más de una década en distintas regiones del país hasta que fue nombrado obispo auxiliar de la Archidiócesis de Sao Paulo el 2 de mayo de 1966.

Cuatro años después, el 1 de noviembre de 1970, empezó una nueva misión como arzobispo de Sao Paulo, la mayor ciudad de un Brasil que vivía bajo una férrea dictadura desde 1964.

A lo largo de su extensa trayectoria de 71 años de sacerdocio y 50 de episcopado, Arns llegó a trabajar también como periodista y escribió más de medio centenar de libros.

Durante la dictadura militar denunció las torturas, las desapariciones y las prisiones arbitrarias e incluso simpatizó con el movimiento civil «Diretas Já», cuya presión serviría, entre otros factores, para concluir en 1985 ese periodo oscuro de la historia brasileña.

El mismo año en el que tomó posesión del cargo de arzobispo manifestó su apoyo a los religiosos Hélder Câmara y Waldyr Calheiros, quienes estaban siendo presionados por el régimen militar.

En 1972, creó la Comisión de Justicia y Paz de Sao Paulo y como presidente regional de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB) lideró la publicación del manifiesto «Testigo de paz», el cual contenía fuertes críticas al régimen y tuvo una gran repercusión en la época.

Desde su púlpito en la Catedral de Sé, ubicada en el corazón de Sao Paulo, recordó siempre a las víctimas de la dictadura con actos ecuménicos, como al estudiante Alexandre Vannucchi Leme, asesinado en 1973, o el periodista Vladimir Herzog, que corrió la misma suerte dos años después.

En 1973 fue ordenado cardenal de la Iglesia Católica.

Sus demandas contra los abusos no solo se limitaron al ámbito brasileño, puesto que también denunció las violaciones de derechos ocurridas durante la dictadura que sufrió Argentina entre 1976 y 1983.

Su intensa actividad social y la repercusión que tuvo en el exterior su lucha contra las dictaduras en la región le convirtieron en una figura clave del catolicismo latinoamericano.

En 28 años de arzobispado, pues en 1998 presentó su renuncia por límite de edad al Papa Juan Pablo II, a quien acompañó en su visita a Brasil en los ochenta, impulsó la construcción de más de 2.000 comunidades eclesiásticas de base, 1.200 centros comunitarios y 43 parroquias.

El cardenal Arns fue reconocido por estos hechos con el Premio Nansen, el galardón más importante concedido por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), así como con el galardón Niwano, de Japón.

También ostenta el premio Letelier-Moffitt de Derechos Humanos, de Estados Unidos, concedido en honor del excanciller chileno Orlando Letelier y su asistente, Ronni Moffitt, asesinados en 1976.

Después de 76 años de congregación religiosa, el cardenal murió hoy en Sao Paulo después de haber ingresado hace más de dos semanas en un hospital por problemas pulmonares.

La ciudad se despedirá de su arzobispo emérito en la Catedral da Sé, desde donde levantó su voz en favor de los derechos humanos universales en un tiempo en el que no todos se atrevían a hacerlo.

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