Las calles cercanas a los cementerios fueron abarrotadas por las familias acompañados desde los más pequeños hasta los más grandes para demostrar su amor a quienes han sido llamados antes de tiempo.
En las afueras los vendedores ofrecieron sus diferentes productos a grito partido como flores, velas, comidas, bebidas y golosinas.
Doña Winnie Mojica, llego a ofrecer su vigorón, chanchito con yuca y moronga en su canasto procedente del departamento de Granada, quien desde hace 7 años llega acompañada con su mamá al cementedio Periférico y una amiga para sacar provecho y unos extras al Día de los Difuntos.
Al ingresar al cementerio los visitantes saludaron a sus difuntos tocando la tumba, otros se arrodillan, en pose de meditación cerraban sus ojos y en un acto de mucha intimidad conversaron con ellos.
Una vez terminado el trance se persinaron en el nombre del padre y espíritu santo para posterior empezar la limpieza y decoración de la tumba.
Las familias que llegan hasta los Camposantos llevan sus sillas, toallitas, algunos cargan su morralito para compartir un breve momento con sus seres queridos.
Al llegar la despedida unos suspiran, otros se les entrelaza un nudo en la garganta y se marchan a casa con la satisfacción de haber visitado a un ser querido que no ha sido olvidado.