Este viernes, regresaron procedentes de México 27 nicaragüenses: 19 hombres, 5 mujeres y 3 menores de edad, quienes fueron deportados de ese país tras intentar llegar a Estados Unidos en busca del llamado “sueño americano”.
Poco a poco se fueron dando cuenta que el “sueño” se estaba convirtiendo en una pesadilla a ojos abiertos, ya que pasan por muchas dificultades y de la noche a la mañana su esfuerzo se esfuma como agua entre las manos.
Las autoridades migratorias nicaragüenses, en conjunto con representantes de la Cancillería, recibieron con una cordial bienvenida a los connacionales, quienes a pesar de las dificultades muestran alegría porque saben que pronto verán a sus familiares.
El joven Mario Milton Castillo, procedente de Sébaco, relata que la única razón de viajar a México fue en busca de un trabajo para poder sobrevivir económicamente.
“Tenia siete años de no vivir en Nicaragua, fui en busca de trabajo en México, porque ya mi negocio en Guatemala no iba muy bien. Cuando uno va en el camino se encuentra con situaciones que no se espera, cuando me agarraron me mandaron a detención, lo único que recibimos es un maltrato muy duro y ante el cual nosotros no podemos hacer nada», explica el joven quien se movilizaría hasta Sebaco para reencontrarse con la familia de la cual se separó hace 6 años.
Xavier Prado, otro de los deportados, es procedente de León: «No es primera vez que yo salgo de Nicaragua, la seguridad en este lugar es muy distinta a las de los países centroamericanos, en el trayecto vi a dos muertos cerca de la frontera. Nicaragua es un país seguro y estoy muy tranquilo por el recibimiento que nos otorgaron”, comentó el joven.
“Le doy gracias a Dios, porque a mí no me pasó nada malo: no me golpearon, no me robaron; es decir yo regresé a mi país tranquilo… ¡no hay como estar en tu tierra!», indicó.
Marvin Lopez, un chinandegano que llevaba diecinueve días de intentar entrar ilegalmente a Estados Unidos, relató que una vez que un inmigrante es capturado en aquel país, es conducido a las cortes donde los jueces sólo recetan cárcel.
En el puesto Fronterizo el Guasaule, las autoridades nicaragüenses reciben a cada ciudadano y les garantizan alimentación, un kit higiénico, así como un viático para que cada uno viaje hasta sus lugares de destino donde sus familiares les aguardan con alegría.