Existe un tema recurrente en torno a la seducción, más específicamente seducir al sexo femenino, y es el afirmar que las mujeres seducidas (o que quieren seducir, o que están en plan de coqueteo) inevitablemente sonríen al objeto de su afecto (o a su “depredador”, depende de cómo lo vean).
Si bien es cierto que la sonrisa es una de las 10 señales no verbales de que un hombre le gusta a una mujer, también es cierto que las féminas son famosas por enviar mensajes abiertamente contradictorios (al punto de que no que los hombres no tienen la menor idea de su grado de interés). ¿Qué se puede afirmar entonces de esta expresión universal?.
La evolución ha logrado que las mujeres sean increíblemente exigentes en la búsqueda de su pareja; por un lado deben conseguir la mejor mezcla genética posible para su descendencia y por otro, encontrar a un compañero que les permita sentirse seguras, amadas y que asuma la responsabilidad de la crianza junto a ella.
Dado que la manera como están diseñados los hombres es totalmente distinta, a veces una mujer puede coartar los enlaces empáticos con él (en otras palabras, no necesariamente le sonreirá), aunque le guste… quizá porque estará sometiéndolo a un riguroso examen desde todo punto de vista.
No solamente es una cuestión de “esconder” la propia intención (porque en realidad no es hecho con malicia, pues esa selección secreta que hacen es totalmente automática y preprogramada en su cerebro), sino la misma inseguridad que a veces sienten de “¿Será que en verdad le gusto?”.
La confusión que ellas sienten con los mensajes contradictorios de ellos, que no son pocos, es exactamente igual a la que ellos cuando las mujeres los consideran analfabetos selectivos.
Un disparo certero a los que ven la seducción como un manual prediseñado. Recuerden que la intuición es lo más importante (y callar la voz dentro de tu cabeza que te grita con un megáfono que vas a hacer el ridículo). Vamos, que con un poco de seguridad se pueden hacer muchas cosas.