1. Si fumas, bebes o te drogas
El ginecólogo está tratando un cuerpo, no solo una parte de él. Además, estas adicciones pueden tener efectos nocivos en tu organismo que afecten, incluso, a los genitales. Si eso no ocurre, el confiar en tu ginecólogo en este aspecto es recomendable porque puede ayudarte o sugerirte algún método o doctor al que acudir.
2. El número real de compañeros que tienes (o tuviste)
No está ahí para juzgarte. Ese dato es crucial para determinar si tienes riesgo a sufrir una determinada enfermedad o, incluso, para diagnosticar la causa de tus dolencias. La relación entre un ginecólogo y su paciente es mucho más íntima que con otros especialistas por lo que, si te sientes incómoda, deberías cambiar de médico.
3. Si has tenido un aborto
Normalmente, los abortos durante el primer trimestre del embarazo no son perjudiciales ni dejan secuelas en nuestro cuerpo. Pero, si se ha producido más tarde, es importante que tu médico lo sepa para prevenir problemas en el futuro y vigilarte más de cerca.
4. Si te han diagnosticado alguna protuberancia en el útero
Estos datos suelen aparecer en tu historial pero, si te sometiste a un PAP (comúnmente conocido como Papanicolau) y han encontrado algún bulto o problema, deberías decírselo o, al menos, recordárselo. Sobre todo porque pueden suponer trabas a un futuro embarazo.