Trabaja a las horas a las que más rindas. Hay personas a las que les conviene mucho más trabajar por las mañanas y otros, a última hora de la tarde. Así lo asegura un estudio realizado en 2011 por los psicólogos Mareike B. Wietha & Rose T. Zacks del Albion Collecge de Michigan. En él, los expertos analizaron la capacidad de resolución de problemas de un grupo de sujetos en función de la hora del día. Y los resultados no arrojaban dudas: estaba bastante claro que había personas que funcionaban mucho mejor a primera hora, y otros que trabajan de forma más efectiva a última hora de la tarde.
Haz listas. Cualquier trabajo puede ser reducido a una larga lista de tareas. Si las tenemos claras desde primera hora, podremos rendir mejor y el día no se nos hará bola. Sobre todo si trabajamos en grupo, ya que la mayoría de las distracciones provendrán de las necesidades que los demás nos intentarán cargar: si tenemos un papel en el que sabremos qué tenemos que hacer exactamente, podremos priorizar y evitar interferencias.
Descansa. No eres una máquina. Cada dos horas, intenta parar 15 minutos y hablar con un compañero, tomar un vaso de agua o dar un paseo. No lo digo yo, lo dice Freud: el genio vienés solía descansar una media hora entre sus agotadoras sesiones de psicoterapia. También solía parar una hora y media entre su turno de mañana (que empezaba a las 7 de la mañana) y su turno de tarde, en el que trabajaba hasta las 9 de la noche.
Pasea. Mejor que un descanso, un paseo. Una caminata de 20 minutos hará que la sangre fluya mejor por tu cuerpo y disparará tu creatividad. Un estudio de 2009 descubrió esta realidad: los adolescente que caminaron durante 20 minutos antes de un examen de lectura sacaron mejores notas que los que no lo hicieron.
Duerme bien (y sobre todo por la noche). Ya seas una persona de mañana o una de tarde, intenta dormir bien por la noche. El descanso adecuado hará que rindas mucho mejor. La falta de sueño no solo te hará más perezoso: este hecho también está relacionado multitud de problemas de salud, entre ellos el sobrepeso o el aumento de probabilidades de sufrir infartos.
Aprende a decir ‘No’. Todos las personas de éxito aprendieron en su momento a decir que ‘no’. Con esta sencilla acción evitaremos que los demás nos impongan sus deseos y necesidades, y nos podremos centrar en lo que nosotros queremos.
Créetelo. Una profecía autocumplida es una predicción que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad. Además, es una de las expresiones favoritas de los psicólogos: si nos creemos que podemos llegar a hacerlo, podremos realizarlo. Pero ojo, este concepto también puede volverse en nuestra contra: si creemos que fracasaremos, terminaremos haciéndolo.