Estiramiento casual. Y así, tal cual, esperan encontrarte cada mañana. No sabemos muy bien qué les gusta tanto cuando piensan en una mujer estirando después de hacer deporte, o intentando librarse de un calambre, pero el caso es que les encanta.
Sudor. Nosotras lo evitamos, porque es antihigiénico, asqueroso y muy desagradable. En cambio, a ellos, parece que les vuelve locos. ¿Qué hay más atractivo y sexy que una mujer empapada en sudor? Al parecer, nada.
Enfadarse. No hay ninguna explicación científica que demuestre por qué a los hombres les parece tan sexy una mujer desquiciada, y a punto de golpearles en la cabeza con la sartén. Y, sin embargo, es algo que no pueden controlar.
Cabello rebelde y libre. Si pasabas horas y horas frente al espejo antes de acudir a tu cita con él, te equivocabas. A los hombres les encanta cuando tu pelo está despeinado, libre y alocado cual mujer recién levantada. Hay algo tremendamente sexy en los enredos, nudos y demás problemas capilares femeninos que no logramos entender.
Armas. Aunque sean pacifistas y estén en contra de la comercialización de armas, les parece tremendamente sexy. A los hombres les encantan las cosas que explotan y hacen ruido y también les encantan las mujeres. Por lo tanto, la combinación de ambas, resulta ser algo explosivo (literalmente hablando).
Comida. Los plátanos no son sexys. Los hombres comiendo plátanos no son sexys. ¿Las mujeres comiendo plátanos? De repente, es algo sexy. No entendemos muy bien el razonamiento, pero ver a una mujer comer es algo que les encanta y puede aplicarse a cualquier comida.
Mojada. El último fetichismo sexual de los hombres: el agua y las mujeres mojadas. Aunque aquí nosotras cedemos y lo reconocemos también: una escena de sexo en la ducha, en la piscina o bajo la lluvia, sí nos parece tremendamente sexy.