Eso afirman las endocrinólogas argentinas Laura Maffei y Juliana Mociulsky. Y aunque se coma lo mismo, hay una tendencia al aumento de peso que, a veces, es difícil de controlar.
1. Aumento del porcentaje graso aunque la mujer coma lo mismo. Cuando se cruza el umbral de los 30 años hay un descenso automático del metabolismo. Esto significa que, si no se realiza actividad física, se queman menos calorías por minuto. A esto se suma, a partir de los 35 y, sobre todo, de los 40, la pérdida de masa muscular.
2. Redistribución de la grasa en el abdomen. Se da, sobre todo, después de los 40 o 45 años. Hasta ese momento las grasas se mantienen en glúteos y piernas para una posible lactancia. Pero cuando las hormonas comienzan a declinar y la mujer se va alejando de su período de mayor fertilidad, la grasa se redistribuye en el abdomen, aumentando el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
3. Flacidez en brazos y piernas. Esto sucede porque hay pérdida en la masa y el tono muscular. En general, las mujeres que suben y bajan de peso constantemente, son las que más masa muscular pierden. Otro caso es el de las mujeres que mantienen la masa muscular, pero que, al aumentar la cantidad de grasa corporal, pierden el tono de los músculos. En ambos casos, si no realiza ejercicio físico, el resultado va a ser de piernas y brazos flácidos.
4. Pérdida de la elasticidad de la piel. Aunque sea posible fortalecer los músculos y sacar el exceso de grasa; la piel sigue quedando caída. Existen tratamientos cosméticos y quirúrgicos que pueden mejorar el aspecto, pero no es fácil recuperar la elasticidad de la piel que se ha agrandado y se ha achicado. Es el punto, por el momento, más irreversible.
5. Tendencia a la hipertensión y al colesterol. La falta de actividad física, el tabaquismo, la alimentación basada en comidas rápidas y el estrés hacen que, a partir de los 45 años, la incidencia sea exactamente igual en el hombre y en la mujer. A los 35, es importante realizar los primeros chequeos de colesterol, triglicéridos, lípidos y glucemia, sobre todo si se tiene antecedentes familiares. Si la persona es sedentaria, es muy probable que ese efecto hereditario aparezca antes.
6. Dolores de columna. Es un precio que pagamos por caminar en dos pies, en vez de en cuatro. Con el tiempo, los discos se van comprimiendo, el corset abdominal se va aflojando y volviendo fláccido. Entonces, ese trabajo de contención ya no se hace más y se producen protrusiones discales o hernias de disco. Este problema hay que compensarlo fortaleciendo el corset abdominal.
7. Osteoporosis. Esta enfermedad se caracteriza por la pérdida de masa ósea. Es importante que las mujeres jóvenes prevengan su aparición realizando una dieta rica en calcio y ejercicios de fuerza muscular. Esto sirve para acondicionar los músculos, volverlos más resistentes y más fuertes. También fortalece la unión del músculo con el hueso a través de los tendones.
Si a partir de los 35 años logramos mantener bajo control nuestro peso, nos alimentamos adecuadamente y hacemos ejercicio todos los días, podremos hacer frente a todos estos cambios tan naturales en el cuerpo de la mujer.