Ejercicio 1: Coloca antebrazos, codos y rodillas en el piso. Las rodillas deben estar a la altura de las caderas y los codos en línea recta con los hombros. Aprieta el estómago y alinea la espina dorsal. Levanta lateralmente la pierna izquierda, sube hasta que la rodilla esté a la altura de la cadera, cuida en mantenerla flexionada. Aprieta los glúteos por unos segundos. Baja lentamente a la posición inicial. Haz 15 repeticiones y cambia de pierna.
Ejercicio 2: Acuéstate en el piso boca arriba, coloca los brazos a los lados pegando las palmas al piso. Flexiona las rodillas poniendo los pies en el piso, a la altura de las caderas. Aprieta los glúteos, no muevas los pies, mientras levantas la cadera hasta que tu torso forme una línea recta de tus hombros a las rodillas. Cuenta hasta 10 y regresa lentamente a la posición inicial.
Ejercicio 3: Parada con las piernas estiradas y los pies a la altura de las caderas, echa tu peso para atrás en los talones y pon tus manos en las caderas. Baja la cadera, como si te estuvieras sentando en una silla, hasta que los muslos estén paralelos al piso y regresa a la posición inicial. No dejes que las rodillas se vayan hacia adelante y que el peso caiga en los dedos del pie. Cuando subas de nuevo no estires por completo las rodillas.
Ejercicio 4: De pie, pero ahora coloca los pies ligeramente más abiertos que las caderas y con los dedos de los pies apuntando hacia afuera. Levanta los brazos a la altura del pecho haciendo un círculo permitiendo que sólo se toquen las yemas de los dedos medios. Repite de 8 a 10 veces. Baja las caderas manteniendo la espalda recta, sigue hasta que los glúteos caigan debajo de las rodillas, pero no permitas que las rodillas se desvíen hacia los lados, deben seguir la línea de los pies. Haz 10 repeticiones.