En un mundo en el que un solo movimiento a la derecha puede cambiar tu destino y los algoritmos emparejan parejas con más precisión que la intuición, el romance se ha convertido en algo parecido a hojear un catálogo de IKEA. Cada vez con más frecuencia buscamos el «modelo» perfecto de pareja, comparando características y opiniones como si eligiéramos un televisor nuevo. Y algunas personas llenan sin cesar su carrito de la compra online, pero nunca llegan a hacer clic en «comprar».

¿Amor o un mercado?
Admitamos que navegar por los perfiles de posibles parejas en una aplicación de citas se parece cada vez más a elegir un nuevo aparato. Las aplicaciones de citas modernas se han convertido en auténticos supermercados de relaciones, donde las personas se exhiben en el escaparate como productos de primera calidad.
Echa un vistazo a la interfaz de cualquier servicio de citas popular: tiene todo lo que estamos acostumbrados a ver en las tiendas online. Tinder ofrece filtros por edad y distancia, igual que se ordenan los productos por precio y disponibilidad en la tienda más cercana. Bumble te permite especificar la altura, el signo del zodiaco, la educación, las creencias religiosas… ¿Qué es si no elegir especificaciones técnicas? Y Hinge incluso te pide que califiques fotos y perfiles individuales, igual que una sección de opiniones de clientes.
Hace sólo unas décadas, una primera cita era como un salto en paracaídas: emocionante, un poco aterrador y sin ningún estudio previo de las «especificaciones» de una persona. Ahora, sin embargo, nos parecemos más a compradores quisquillosos que primero leen todas las reseñas, comprueban las valoraciones y sólo entonces deciden si merece la pena pasar una tarde tomando un café con una «compra» potencial.
Por qué la gente se demora en el «supermercado digital del romance»?
¿Por qué estamos tan dispuestos a pasar horas y días en aplicaciones de citas? Es sencillo: estas plataformas crean una sensación de control sobre el proceso de búsqueda de pareja, permitiéndonos elegir entre lo que parece un sinfín de opciones.
La posibilidad de hojear perfiles, explorar a gente diferente y chatear sin tener que salir inmediatamente de tu zona de confort crea la ilusión de un control total sobre tu propia vida. Y el mero hecho de tener una amplia selección da la sensación de que la pareja perfecta está cerca: sólo tienes que seguir buscando. El sinfín de posibles parejas despierta el entusiasmo y nos hace volver a la aplicación una y otra vez.
«El efecto Netflix»: la paradoja de la elección en el amor
¿Qué tienen en común la búsqueda de pareja en Internet y la elección de una película? Cuando nos enfrentamos a demasiadas opciones, nos cuesta tomar una decisión. O empezamos a ver algo, pero enseguida perdemos el interés porque se nos queda en la cabeza la idea de que tal vez haya una opción mejor. ¿Cómo se manifiesta esto en las citas?
Cuantas más opciones haya, más difícil será parar
Cuando una persona se enfrenta a cientos o incluso a miles de parejas potenciales, surge una ilusión de infinitas opciones. Esto lleva a los usuarios a no intentar entablar una relación, sino continuar haciendo «haciendo swipe».
La ilusión de que la «mejor opción» está siempre justo delante
Como en cualquier gran centro comercial, existe la sensación de que, en algún lugar de la siguiente estantería, en la siguiente sección, encontrarás sin duda esa «oferta» perfecta. Y cuando las opciones son tan numerosas, ¿por qué conformarse con algo «sólo bueno» cuando se puede encontrar «lo mejor»?
Sobrevaloramos la «variedad» pero infravaloramos la «calidad»
Un gran número de perfiles crea la impresión de que podemos encontrar la pareja perfecta que se ajuste exactamente a nuestras expectativas. Sin embargo, en realidad, la cantidad no siempre se traduce en calidad: la navegación superficial por los perfiles y el cambio rápido entre parejas nos impiden conocer a una persona más a fondo. Como resultado, muchos usuarios se encuentran en una búsqueda interminable, sin entablar realmente relaciones significativas.
De las emociones a la gamificación
Las aplicaciones de citas modernas se parecen cada vez más a un juego. Los «swipes», los «likes» y los «superlikes» se basan en una mecánica de gamificación que mantiene a los usuarios enganchados a la aplicación. Cuantos más swipes, más posibilidades hay de encontrar pareja, y los algoritmos nos enseñan a obtener placer no de la interacción en sí, sino del proceso de selección de una pareja.
Al igual que Spotify crea listas de reproducción basadas en las preferencias, los algoritmos de citas analizan los gustos, los patrones de comportamiento y las interacciones para sugerir posibles parejas. ¿Funciona? Parcialmente. La gente encuentra parejas basadas en intereses comunes, pero muchas «parejas perfectas» siguen siendo sólo parejas. ¿Por qué ocurre esto?
Chats vacíos y zonas muertas en las citas
La gente puede chatear durante semanas sin decidirse nunca a encontrarse en persona. Esto ocurre por miedo a la interacción real o porque están comunicándose simultáneamente con docenas de personas.
Además, la popularidad de las aplicaciones de citas ha propiciado la aparición de muchos fenómenos nuevos que han hecho el proceso de las citas más tóxico y estresante. Por ejemplo, el ghosting — cuando una persona desaparece repentinamente de la comunicación sin dar explicaciones, simplemente deja de responder, dejando a la otra persona confundida. O el «benching», cuando uno de los miembros de la pareja mantiene al otro «en el banquillo»: muestra interés periódicamente pero nunca da pasos para evolucionar en la relación. Otro escenario común es el orbiting: cuando alguien parece haber dejado de comunicarse, pero continúa siguiéndote en las redes sociales, dando me gusta a publicaciones y viendo historias, creando el efecto de una «presencia fantasma».
¿Cómo (y dónde) encontrar el amor en la era digital?
Las aplicaciones de citas han dado a la gente la oportunidad de conocerse sin límites, pero al mismo tiempo han cambiado la actitud hacia las citas en línea. Muchos las perciben más como un entretenimiento que como una forma real de encontrar a su media naranja. Otro problema es el deseo de crear una «versión perfecta» de uno mismo. Filtros, fotos escenificadas, descripciones cuidadosamente elaboradas… todo ello crea expectativas poco realistas. Al conocerse en persona, puede resultar que la persona sea muy distinta de su perfil. Por eso no es de extrañar que la gente busque otras formas de conocerse en Internet.
Alternativas a los interminables swipes: desde eventos y clubes basados en intereses hasta videochats
Una excelente alternativa a las aplicaciones de citas tradicionales son los video chats. Aquí todo sucede de forma espontánea y natural. No hay un sinfín de opciones que dificulten la decisión, ni perfiles con fotos cuidadosamente editadas y, lo más importante: hay una verdadera comunicación en directo a través de video. En los chats de video en línea, el sistema conecta a las personas al azar, lo que hace que el proceso de encuentro sea más orgánico y menos predecible.
Por ejemplo, CooMeet es un videochat hot diseñado específicamente para quienes buscan relaciones serias. Aquí no sólo puedes pasar un rato agradable, sino también conocer de verdad a alguien realmente adecuado para ti.
Apaga el Wi-Fi para encender los sentimientos
Para que las citas aporten beneficios reales, es importante recordar:
- Los algoritmos son solo una herramienta, pero no garantía de un emparejamiento.
- El número de matches no equivale a la calidad de las relaciones.
- La sinceridad se valora más que un perfil perfectamente elaborado.
- La comunicación real siempre es más importante que la popularidad virtual.
Ningún algoritmo puede remplazar a las emociones reales, y los swipes y likes no pueden desarrollar relaciones. Así que no te olvides de la vida real para no perderte algo verdaderamente importante.