El ministro y secretario privado para Políticas Nacionales de Nicaragua, Paul Oquist, asegura que el Canal Interoceánico de Nicaragua es un proyecto que «va a doblar la economía» del país y que «el impacto en Centroamérica» va a ser enorme.
El Gran Canal Interoceánico, que será desarrollado por la empresa china HKND, concesionaria de la obra, es una vía marítima que conectará el océano Atlántico con el océano Pacífico a través de Nicaragua, y que costará unos 50.000 millones de dólares. La megaconstrucción supondrá el mayor movimiento de tierras que ha realizado un proyecto de este tipo en la historia de la humanidad.
«Rara vez ha ocurrido que un país tenga un proyecto que tan claramente se sepa que va a desarrollarlo», señala Oquist, que subraya que el canal «no es sólo un proyecto de dólares», sino que dejará importantes infraestructuras adicionales como «dos puertos y un aeropuerto» y proporcionará cientos de miles de trabajos.
En una entrevista en exclusiva a Notimérica, Oquist, que se encuentra de visita en Madrid, ha indicado que el beneficio económico más inmediatos del canal es que «doblará la economía» de Nicaragua de esta década, que ha sido de 11.800 millones de dólares, y que en 2020 podría alcanzar los 25.000 millones de dólares. Una estimación basada en el buen resultado en las cifras que ha brindado el canal de Panamá para este país.
Sin embargo, para Oquist lo más importante es que Nicaragua «podrá reducir la pobreza extrema del 14 por ciento al 7 por ciento» y sacar de la miseria a 353.000 nicaragüenses. «Y estando con el empleo dinamizado, con los programas gubernamentales mejor financiados, estaríamos posicionados para la siguiente década», augura.
Según el secretario, la misma dinámica del canal es la que generará los beneficios para la población. «El Gobierno no tiene programas asistencialistas», asegura Oquist, que insiste en la importancia de dar los mecanismos y las facilidades a la población para que pueda salir de la pobreza por su propio pie.
UN PROYECTO DE ÉXITO
Si Nicaragua ha elegido a la empresa HKND para que capitanee el proyecto del canal, es, entre otros motivos, porque «se comprometió a pagar todos los estudios de factibilidad que, de acuerdo al ‘Financial Times’, precisaron de 900.000 millones de dólares y de 4.000 personas trabajando en ello», explica Oquist, que indica que esas cifras era inasumibles para el Ejecutivo nicaragüense.
Además, al Gobierno de Nicaragua «le complacieron mucho las empresas contratadas» y que dentro de las unidades haya «chinos, europeos, estadounidenses, australianos»; una «buena mezcla». China, además, es importante porque es «el país con mayor liquidez en el mundo».
Respecto a las ventajas y a las diferencias con el Canal de Nicaragua, Oquist indica que «la clave es que el Canal de Nicaragua va a ser construido para atender a los buques más grandes».
«El de Panamá actualmente puede recibir barcos con 4.000 TEU, después de la ampliación va a poder tener de 13.000 TEU. Los bancos más grandes son de 18.000, 19.000. El Canal de Nicaragua va a poder tener de 25.000 TEU», explica.
«Con el Canal de Panamá hay una complementariedad. Panamá tiene los servicios marítimos. Nicaragua no lo tiene. Esos barcos van a ir a Panama porque no pueden pasar Nicaragua y pueden parar en otros puertos como los de España», ha indicado.
LAS CRÍTICAS MEDIOAMBIENTALES
Respecto a las críticas que los sectores más ecologistas han enarbolado contra la obra, que atraviesa el Lago Nicaragua –el segundo más grande de la región, después del Lago Titicaca–, Oquist reconoce que «todo proyecto tiene un impacto ambiental”.
Sin embargo, asegura que «se escogió la ruta cuatro porque era la que tenía un menor coste social y medioambiental, no porque fuera la más barata. No lo es».
En este sentido ha indicado que el proyecto «se ha reajustado varias veces para reducir aún más el impacto» y que se está investigando cuáles serán los daños y cómo compensarlos. «Estamos estudiando cómo producir impactos ambientales netos positivos en ciertos partes de la obra y en el país en su conjunto a través de la reforestación masiva”, señala.
UNA OPORTUNIDAD PARA LAS EMPRESAS ESPAÑOLAS
Según ha indicado Oquist, para el gran proyecto «ha habido contactos con España, con empresas de transporte, con líneas aéreas, con puertos, aeropuertos, constructores, ingeniería, agroalimentarios, turismo etc.».
Gracias al acuerdo de asociación entre Centroamérica y Europa va a haber condiciones positivas para favorecer los nexos con las empresas españolas. Algunas como Mapfre ya están allí, ya que una obra de tal magnitud necesita también “garantías, fianzas y un volumen muy importante de seguros”, aclara.
Oquist a su paso por España se ha reunido con la ministra de Fomento, Ana Pastor, y con el secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica, Jesús Gracia. También ha asistido a encuentros privados con la Fundación Carolina y con empresas.
«Ana Pastor se ha mostrado muy interesada en los centros logísticos, las rutas», porque, según asegura Oquist, algunas rutas marítimas podrían pasar por España y los barcos más grandes necesitan hacer trasbordos, lo cual es «de gran interés».
En este sentido, Oquist destaca que la relación de Nicaragua con España es «excelente» y que los apoyos de España a su país en materia de agua y saneamiento, electricidad etc. han sido decisivas. «Esperamos que haya presencia de empresas españolas en las obras», explica.
«Nicaragua se ha caracterizado por sus buenas relaciones con las empresas. Se han realizado dos reformas fiscales por consenso y hay mecanismos de consulta antes de lanzar políticas, lo que ha creado un ambiente de confianza y permite que haya obras como esta», indica.
SEGURIDAD EN NICARAGUA
«Managua tiene los menores coste de vida de América Latina y El Caribe y tenemos la mejor seguridad de Centroamérica», asegura Oquist, que su vez explica cómo la región se encamina a eliminar las fronteras.
Preguntado por si puede que la eliminación de fronteras incremente la inseguridad en Nicaragua, el secretario indica que «cada etapa tiene su desafío y los retos pueden llegar», pero que su país lo combatirá con su buena política de siempre, «una buena relación entre el Ejército, la Policía y la comunidad».
«Estamos dispuestos a cambiar el destino de estos países que no tienen dinero y habrá problemas, pero de otro tipo. Lo primero es que las necesidades básicas de nuestra población como acceso a la salud, la educación y la sanidad queden cubiertas», precisa.
La obra, se estima que durará 5 o 6 años, pero Oquist indica que en realidad es bastante difícil de calcular con exactitud. «Finalizar siempre tiene sus complicaciones. El proyecto es muy grande y hay que verlo en la práctica», indica.