Desde el momento en que se inició la fase de subidas de tipos hace dos años por parte de la Reserva Federal, el oro no ha hecho más que revalorizarse sobrepasando sus propios récords de forma sucesiva. Y todo ello, a pesar de que la lógica indicaba que debería haber experimentado una bajada en su precio (pues se comporta de un modo inverso al que lo hacen los bonos). Obviamente, detrás de estas oscilaciones se encuentran los principales agentes que modulan la evolución de los tipos, es decir, los bancos centrales. Estos, de hecho se han lanzado a la compra masiva de oro a lo largo de estos meses generando una cota de demanda histórica según se revela en el informe trimestral divulgado por el Consejo Mundial del Oro hace poco más de una semana. En este contexto, el metal ha experimentado una revalorización que ya se estima en más de un 12% en tan sólo lo que llevamos de 2024, registrando un precio de hasta 2.325 dólares por onza.
En conjunto, la demanda global del oro a lo largo del primer trimestre se vio incrementada en torno a un 3% frente al mismo periodo en 2024. Esto, cuantificándolo se traduce en 1.238 toneladas convirtiéndose en el primer trimestre que ha anotado una demanda más elevada desde 2016.
“Los bancos centrales y los mercados extrabursátiles empujan el precio”, declaran desde el Consejo Mundial del Oro. De hecho, los banqueros han ido adquiriendo un papel más notable entre los adquisidores pues tan sólo a lo largo de los últimos tres meses han visto incrementadas sus reservas en 290 toneladas. Se trata de un dato contundente si tenemos en cuenta que en el mismo lapso de tiempo durante 2024 tan solo hubo 89, es decir, no llegaba al tercio de la demanda actual.
“Las compras de los bancos centrales han sido muy fuertes en los últimos trimestres porque las autoridades monetarias están diversificando sus reservas”, incide Michel Widmer, que ocupa el cargo de responsable de metales en Bank of America. En realidad, es algo que hemos podido ver de una forma clara a lo largo de los últimos meses con China, Rusia, India y Turquía coronando el ranking de las regiones que hoy presentan un especial interés en el metal precioso.
En el caso del Banco Central Chino hemos podido comprobar una racha de compra importante de oro a lo largo de los últimos diecisiete meses lo cual se convierte en su mayor serie de adquisiciones. Esta tendencia se explica a través de diferentes factores. Por ejemplo, una de las motivaciones más consistentes es la búsqueda de refugio. No obstante, otra pieza clave es la búsqueda, tal y como platean los analistas del banco suizo Julius Baer, de una mayor independencia del dólar estadounidense. Si bien la popular divisa constituye un activo refugio indiscutible, al mismo tiempo, entraña ciertos riesgos especialmente para aquellas monedas que dependen de dichas autoridades monetarias.
No cabe duda de que el flujo de demanda está determinado por las coyunturas de los países. Por ejemplo, en el caso de Rusia, es evidente que representa una oportunidad de inversión frente a las sanciones al capital uso. Desde su ministerio de Economía se confirmó esta misma semana que entre mayo y junio está prevista la adquisición de más de 56 millones de euros diarios en oro.
Por último, la situación en China, el que se considera el núcleo de este rally, uno de los estímulos más importantes es la búsqueda de protección ante la devaluación de la divisa y la ausencia de opciones interesantes en un contexto polarizado por la crisis del ladrillo en la que, actualmente, se encuentra inmersa la región.
La desaparición de la clásica correlación inversa sienta precedentes en un modelo, hasta el momento, infalible
Los últimos acontecimientos han significado un punto y aparte en la vinculación tan interiorizada desde la época de Richard Nixon. De acuerdo con la literatura especializada, tanto el bono estadounidense como el oro constituyen dos activos refugio que suelen comportarse a la inversa. En un contexto de tipos elevados, los inversores prefieren dar prioridad a los bonos que al oro pues, a diferencia de lo que ocurre con este último, la renta fija proporciona intereses. En este sentido, la rentabilidad sube cuando el precio del oro baja y, de igual modo, cuando hay previsiones de que los tipos desciendan, el oro vuelve a hacerse con el protagonismo por parte de aquellos operadores que tienden a ser más conservadores.
En este caso, hemos podido ver que los acontecimientos han ido más allá de las bases teóricas. En tan sólo cosa de un año, la clásica correlación inversa, simplemente ha desaparecido y así lo reconocen desde Bank of America en un informe semanal en el que apostillan que “las relaciones tradicionales se han roto”.