A continuación, reproducimos fragmento de una de las últimas entrevistas realizadas por el periodista Kenneth Chávez de El 19 Digital a Don Felipe Urrutia, quien ahora descansa en la Paz del Señor:
Un rasguño de cuerdas emerge como eco melancólico y cadencioso de las montañas segovianas, recordando aquella lírica frase nerudiana: “El más alto canto”. Son los murmullos de las guitarras, violines y acordeones de don Felipe Urrutia y sus cachorros, persistiendo a los tiempos, imponiéndose como voces que trastocan y recrean la historia del General Sandino como el sueño logrado a través de los ritmos y palabras.
Recostado en una hamaca atada en las columnas de madera de aquella casona, en la sinuosa y encontrada comunidad esteliana ‘El Limón’, Polo, el cachorrito, tararea la recordada pieza musical insignia ‘A Sandino’, gira la uña y rasga las mágicas polkas y mazurcas que han fundido en el imaginario colectivo al líder del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN). En una esquina, acostado en su cama, a sus 96 años, el gran Felipe Urrutia, fuma displicente, con su sombrero copado y tejido, trémulo, recordando los versos de la canción que elevó los ideales del General, “esa canción que, si los guardias te la escuchaban cantar, eran capaces de fusilarte”.
«Hay una canción que nadie la ha cantado, ni la sabe. Solo yo la sé y nunca la he cantado al público. Esta canción se llama «La venta de Moncada», advierte don Felipe, quien además recuerda haber conocido “de pasadita” a Sandino. “Tuve ese gran gusto de conocerlo. Era él un hombre pequeñito, llevaba un traje de soldado, muy impecable”, sostiene. El cantautor norteño, destaca que el General Sandino fue un sabio. “Lo que él decía era verdad. Sin él no éramos nada. Si no ha sido él, fuéramos un olote viejo. Un pueblo sometido a lo que dijeran los yanquis», indica.
«Quisiera que Sandino estuviera viviendo, para que viera bien que los deseos se le cumplieron. Sandino soñaba con una Nicaragua libre, y es lo que estamos viviendo”, dice, tras carraspear, don Felipe. Es que aún fumo –indica-. Me agravo si no fumo. Fumo desde los 13 años, cuando también empecé a tocar esas maravillosas canciones al General Sandino”. En el amplio patio fronterizo, se protagoniza una pelea de gallos. –¡Ve arriarlos-, grita a uno de sus hijos el norteño, enseguida acomoda su sombrero en la cama.
«Yo lo que me acuerdo es que como a esta hora (5 p.m.) nos llegó la razón que lo habían matado (a Sandino) debajo de un palo, y eso me llenó de tristeza»… Felipe Urrutia (1918) continúa recordando los versos de ‘La venta de Moncada’: El plazo ya está vencido, no han podido desarmar a estos cuatro segovianos que se han logrado juntar. Hemos logrado matar moncadistas por partida, y nosotros si enfrentamos encantados de la vida…”.