En la cárcel brasileña Altamira donde hace unos días murieron 58 presos, ahora es insoportable el caos y el terrible hedor que dejó la matanza.
Las autoridades hasta el momento han logrado identificar y entregar 15 cadáveres, tras el enfrentamiento entre pandillas rivales.
En un intento por evitar más violencia en la prisión de Altamira, en el estado de Pará, las autoridades comenzaron a transferir a 46 reclusos a otras prisiones.
En medio del calor y la humedad característicos de Altamira, un trabajador del instituto forense de la ciudad, Marcel Ferreira, describió la angustia entre los familiares que esperaban afuera del lugar.
Además las autoridades pidieron a los bomberos y a las autoridades locales que les llevaran agua, alimentos y brindaran asistencia médica a los familiares.
Los cuerpos tuvieron que ser almacenados en un camión refrigerado que llegó a Altamira después de que se diera a conocer la noticia de otra enorme masacre al interior de la prisión.
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Las autoridades estatales dijeron que los enfrentamientos del lunes estallaron cuando el grupo local Comando Classe A atacó un ala de la prisión que aloja a miembros de la pandilla rival Comando Vermelho, o Comando Rojo.
Los miembros del Commando Classe A incendiaron los contenedores que albergaban temporalmente a los reclusos pertenecientes a Comando Vermelho mientras se construía otra ala, la mayoría de las víctimas murió por asfixia.