Los insectos están en la mira por ser los transmisores de varios virus que provocan graves enfermedades. ¿Es posible acabar con el origen de todos esos males?
En las últimas semanas, el mosquito se ha convertido en uno de los seres vivos más peligrosos y temidos del mundo, sobre todo después de que se supiera que era el responsable de la vertiginosa expansión del virus del zika, aunque también es responsable del contagio de otros virus, como el dengue y la chinkungunya.
Ante los miles de casos de microcefalia en bebés en Latinoamérica, el mundo ha encendido las alarmas y se impone una pregunta: ¿es posible terminar de una vez por todas con todos los mosquitos del mundo?.
De acuerdo con un artículo publicado el viernes 29 por la BBC, el primer problema es que existen unas 3.500 especies conocidas de mosquitos, y la mayoría de ellas no molestan en absoluto a los humanos: viven de las plantas y el néctar de la fruta.
Sólo las hembras del 6% de las especies chupan sangre de los humanos para el desarrollo de sus huevos. Y de estas, solo la mitad es portadora de parásitos que pueden causar enfermedades a los humanos.
Sin embargo, el impacto de esas 100 especies es tan devastador que «la mitad de la población global está en riesgo de contraer una enfermedad transmitida por algún mosquito».
Así lo explica Frances Hawkes del Instituto de Recursos Naturales de la Universidad de Greenwich, quien agrega: «(Esos insectos) han tenido un impacto incalculable en la miseria humana».
Por su parte, la bióloga Olivia Judson apoya lo que llama el «especiecidio» de 30 tipos de mosquitos. Consultada sobre el tema, Judcon le aseguró al New York Times que hacer esto salvaría un millón de vidas y solo afectaría la diversidad genética de la familia del mosquito en un 1%. Y la tecnología para hacerlo ya está disponible.
En Reino Unido, científicos de la universidad de Oxford y la firma de biotecnología Oxitec han modificado genéticamente los machos Aedes aegypti, el mosquito portador tanto del virus zika como de la enfermedad del dengue.
Estos machos genéticamente modificados llevan un gen que evita que sus crías se desarrollen adecuadamente, lo que hace que la segunda generación de mosquitos muera antes de reproducirse y se conviertan en portadores.
Unos tres millones de estos mosquitos modificados fueron liberados en un sitio de las islas Cayman entre 2009 y 2010. Oxitec informó que se registró una disminución del 96% de los mosquitos, comparado con la población de estos insectos en zonas aledañas. Una prueba similar en un lugar de Brasil ha reducido el número de estos insectos en un 92%.
Efectos colaterales
Según Phil Lounibos, un entomólogo de la universidad de Florida, la erradicación de mosquitos «está cargada de efectos secundarios indeseables».
«LA ERRADICACIÓN DE MOSQUITOS «ESTÁ CARGADA DE EFECTOS SECUNDARIOS INDESEABLES»
Lounibos señala que los mosquitos, cuya mayoría se alimenta del néctar de las plantas, son importantes polinizadores, además de una importante fuente de comida para las aves y los murciélagos, mientras que las larvas son alimento de peces y sapos.
Así que erradicar estos insectos puede tener un efecto en la parte más baja de la cadena alimenticia.
Hay, sin embargo, expertos que aseguran que el papel de las especies de mosquitos como alimento y polinizadorsería rápidamente asumido por otros insectos. «No nos quedamos vacíos cada vez que una especie desaparece», señala Judson
Pero, para Lounibos, el hecho de que este nicho sea llenado por otros insectos también es un problema. Los mosquitos podrían ser remplazados por un insecto «igual o más indeseable, desde el punto de vista de la salud pública». Así, su remplazo podría propagar todavía más enfermedades y con más rapidez que los mosquitos de hoy.
Mientras tanto, el columnista científico David Quammen argumenta que los mosquitos han limitado el destructivo impacto de la humanidad en la naturaleza. Las selvas tropicales, hogar de una buena parte de las especies de planta y animal de nuestro planeta, están seriamente amenazadas por la destrucción del hombre.
«Nada ha retrasado más esta catástrofe en los últimos 10.000 años que el mosquito», asegura Quammen.
Otras alternativas
En todo el mundo se están desarrollando métodos innovadores para hacer frente a los mosquitos. Científicos del Kew Gardens de Londres, por ejemplo, están desarrollando un sensor que puede identificar cada especie de mosquito a partir del distintivo golpeteo de las alas.
Este equipo planea equipar a los pobladores de zonas rurales de Indonesia con detectores acústicos portátiles para rastrear mosquitos portadores de enfermedades y, por tanto, ayudar a manejar futuros brotes.
Entre tanto, científicos de la escuela de medicina tropical de Londres han determinado cómo los mosquitos hembra son atraídos por ciertos olores corporales, lo que ayuda a producir repelentes más efectivos.
Otra vía prometedora es modificar mosquitos para que sean resistentes a los parásitos que causan las enfermedades.
«ESTAMOS JUGANDO UN JUEGO EVOLUCIONARIO CON LOS MOSQUITOS»
En Australia, el programa para eliminar el dengue está usando bacterias naturales que reducen la habilidad de los mosquitos de pasar dengue entre las personas. «Esta es una aproximación más realista para mitigar las enfermedades transmitidas por mosquitos», señala Lounibos.
Mientras tanto, científicos en Estados Unidos han criado un mosquito genéticamente modificado con un nuevo gen en el laboratorio que los hace resistente al parásito de la malaria.
«Estamos jugando un juego evolucionario con los mosquitos», comenta Hawkes. «Con suerte es algo que podremos estar a la cabeza en los próximos 10 a 15 años», concluye.
Un millón de muertes anuales
Más de un millón de personas, la mayoría de países pobres, muere cada año por alguna de las enfermedades transmitidas por mosquitos, entre las que se incluyen malaria, dengue y fiebre amarilla. Algunos mosquitos también llevan el virus zika, que en un principio se creía que solo causaba una fiebre suave y algún sarpullido.
Sin embargo, y pese a que aún no se ha demostrado de forma fehaciente el vínculo científico entre ambos, los investigadores están preocupados sobre cómo el virus puede afectar a los bebés en el útero, generando un aumento de los casos de microcefalia, fundamentalmente en bebés.