Durante una misa celebrada en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, el Papa Francisco aseguró que los obispos deben ser “humildes, mansos, servidores y no príncipes”.
Siguiendo las indicaciones de San Pablo en su Carta a Tito, el Santo Padre afirmó que un obispo no puede ser arrogante, ni soberbio, ni colérico, no debe estar atado al dinero ni dedicarse a los negocios.
Un Obispo “debe ser capaz de dar hospitalidad, de amar el bien, debe ser sensato, justo, santo, dueño de sí mismo, fiel a la Palabra digna de fe que le ha sido enseñada”.
Francisco explicó en su homilía que el obispo “es un administrador de Dios, no de bienes, de poder…, no: de Dios”.
Recemos hoy por los obispos, para que sean siempre como san Pablo les pide que sean: humildes, afables, servidores. #SantaMarta
— Papa Francisco (@Pontifex_es) November 12, 2018
El obispo “siempre debe corregirse a sí mismo y preguntarse: ¿Soy un administrador de Dios, o soy un hombre de negocios? El obispo es un administrador de Dios.
Debe ser irreprochable. Esta palabra, ‘irreprochable’, es la misma que Dios le pidió a Abraham: ‘Camina en mi presencia y se irreprochable’. Es una palabra fundacional”.