El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, partió este viernes a Washington, tras su viaje histórico a Cuba y luego a Argentina, donde llevó a cabo una agenda neoliberal que fue rechazada por miles de personas en la marcha por la Verdad y la Justicia en conmemoración de 40 años del golpe militar del 76.
Obama arribó junto a su familia a la capital estadounidense a las 00H11 hora local (03H11 GMT) desde el aeropuerto internacional de Ezeiza de Buenos Aires (capital) Argentina, donde cambió el avión que los llevó al paraje turístico de Bariloche (suroeste).
Allí pasó sus últimas horas en la nación austral, mientras cientos de argentinos gritaban: «Yo no soy yanqui, voy con Chávez, Evo y Fidel» y «sin derecho no hay democracia».
Apenas se marchó a la costa, miles salieron a las calles con pancartas y a la voz de «ole ole ole ola. Yo no soy yanqui, ni quiero ser». Asimismo, organismos de derechos humanos, movimientos sociales, políticos y sindicatos evocaron su lucha por la «Memoria, la Verdad y la Justicia».
En los paisajes suizos de Bariloche, Obama y su esposa Michelle compartieron con el jefe de Estado argentino, Mauricio Macri, y la primera dama, Juliana Awada, horas ocio y una cena romántica.
La llegada del mandatario norteamericano al país coincidió con el 40 aniversario del golpe militar que impulsó EE.UU. durante el mandato de Rafael Videla (1976-1983) en el marco del denominado Plan Condor, que dejó unos 30 mil desaparecidos, la huella de la represión y políticas de gobiernos ultraconservadores.
Obama quiso alentar a las familiares de las víctimas con un «nunca más a las dictaduras» en un homenaje en el Parque de la Memoria, considerado por las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo «una provocación y despropósito» del mandatario argentino.
Los cubanos recibieron al mandatario norteamericano el pasado 21 de marzo con expectativas de que anunciara medidas en favor del pueblo antillano, golpeado por el bloqueo económico que impuesto EE.UU. hace más de medio siglo.
Pero su agenda en la isla se resumió en un discurso lleno de promesas al respecto, y de escepticismo, para algunos expertos, en cuanto al proceso de acercamiento diplomático.
Obama expresó que desea «enterrar los conflictos entre EE.UU. y Cuba», pese a que la realidad de 50 años le dice que el bloqueo y sus consecuencias no se termina con palabras o probabilidades de poder «hacer más» para detenerlo.