El médico brasileño Álvaro Ianhez, de 77 años, fue condenado por haber certificado la muerte cerebral de un niño, cuando aún estaba vivo, para robarle sus órganos hace más de 20 años en Brasil.
Todo comenzó cuando Paulo Veronesi Pavesi, quien en ese entonces tenía 10 años de edad, cayó desde un edificio de 10 metros de altura en el año 2000 en la ciudad de Poços de Caldas, a 420 kilómetros de Belo Horizonte.
En ese entonces el equipo médico liderado por este doctor, que trabajaba en el hospital Santa Casa, aseguró haber comprobado la muerte cerebral del niño por lo que sus órganos fueron retirados y «donados».
Durante el juicio se comprobó que el examen que certificó su muerte fue falsificado y que el niño aún estaba vivo al momento en que le sacaron sus órganos.
La denuncia de la Fiscalía señala que el galeno actuó de forma ilegal al prestar ayuda a un menor de 10 años con el aberrante objetivo de producir su muerte para posteriormente retirar sus órganos de forma ilegal.
Un tribunal de la ciudad de Belo Horizonte declaró culpable a Ianhez, el pasado martes, por el delito de homicidio con agravantes y lo condenó a 21 años y 8 meses de presión además de no poder recurrir a cumplir su sentencia en libertad.
Este veredicto es una gota de aliento en un mar de tanto dolor y tanta impunidad, declaró el fiscal encargado del caso Giovani Avelar Vieira.
Otros cómplices
En el año 2021, los médicos José Luiz Gomes da Silva y José Luís Bonfitto fueron sentenciados a 25 años de prisión por su implicación en el crimen, que generó una ola de indignación en Brasil hace 22 años.
Otros tres profesionales de la salud también fueron condenados por este caso pero el anestesiólogo Marco Alexandre Pacheco fue absuelto después de que el jurado concluyera que, pese a que participó en la atención al niño, no tuvo responsabilidad en su muerte.