El jovencito Deivy Ávila Antúnez, de 15 años, murió por su adicción al juego Free fire, en San Pedro Sula, Honduras.
“Se volvió delicado, ya no le podía hablar yo, todo le ofendía. El juego como que les da fuerza para que pasen solo peleando y se vuelven como rebeldes y aunque uno les prohíba jugar no lo dejan de hacer. A mi hijo ya era difícil quitarle el teléfono porque se había vuelto adicto”, dijo Roxana Antúnez, mamá del fallecido.
“Ese juego lo endemonió porque hacía señales bien raras y hablaba lenguas raras”, dijo doña Roxana.
Expresó que su hijo empezó a decaer y ya solo pasaba con líquidos y presumen que murió por inanición y por eso llevaron su cuerpo a Medicina Forense para que le practiquen la autopsia.