La ciudadana estadounidense Megan Hess, de 46 años, dueña de la funeraria Sunset Mesa, fue condenada a 20 años de prisión por diseccionar 560 cuerpos para vender sus órganos ilegalmente.
Ella, junto a su mamá Shirley Koch, de 69 años, quien fue condenada a 15 años de prisión, operaban dicha funeraria y otro negocio llamado Donor Services en un edificio ubicado en la localidad de Montrose.
Hess falsificaba documentos de donantes para vender ilegalmente partes humanas y además cobraba mil dólares a los familiares de los fallecidos por cremaciones que jamás realizó, según reportaron los fiscales de Colorado.
Según las investigaciones, esta mujer engañó a 200 familias a quienes les causó un inmenso dolor emocional.
La defensa de esta macabra fémina argumentó que ella es un ser humano destrozado que sufrió una lesión cerebral a los 18 años; por lo que tomó ese tipo de comportamiento.