Los brasileños reaccionaron muy molestos luego que el club de fútbol Boa Esporte, del Estado de Minas Gerais, decidió contratar al arquero Bruno Fernandes de Souza quien mató y lanzó a los perros el cadáver desmembrado de su novia.
Bruno, de 32 años, fue condenado a 22 años de prisión pero por un tecnicismo legal sólo cumplió 7 años de su condena y fue liberado.
Este joven talento en su momento fue vinculado a una multimillonaria transferencia al club italiano AC Milán y conoció a la joven ultimada durante una de sus habituales fiestas sexuales.
La joven quedó embarazada y al comprobar mediante un examen de ADN que efectivamente era su hijo decidió demandarlo por una pensión alimenticia.
En junio de 2010 ella se subió a un vehículo junto a su hijo porque el jugador le prometió que le regalaría una casa; en su lugar fue golpeada por la esposa de Bruno, un primo y un ex policía, la condujeron a un apartamento, la ataron en una silla y fue torturada sádicamente durante seis días en frente de su pequeño hijo y del futbolista.
Su cuerpo fue descuartizado y dado como alimento a los perros y luego fue enterrada en concreto. El niño posteriormente fue abandonado en una favela.