Los expertos advierten de que el Parque Nacional Kosciuszko de Nueva Gales del Sur no se recuperará de la destrucción ambiental y el pastoreo de los caballos
Un plan para sacrificar a más de 10.000 caballos salvajes, manteniendo con vida a una población más pequeña, no detendrá el daño continuado a un parque australiano, según un grupo de científicos preocupado.
El Parque Nacional Kosciuszko de Nueva Gales del Sur alberga a unos 14.380 caballos salvajes. Los grandes herbívoros, con sus duras pezuñas, pisotean la delicada vegetación y alteran el paisaje. Este es un país de canguros y ualabíes, no un país de caballos, por lo que el ecosistema local sufre en consecuencia.
Mientras deambulan libres, los miles de caballos salvajes, conocidos como brumbies por los australianos, causan olas de estrés en el ecosistema, amenazando a los robustos peces galaxias, las ranas arborícolas alpinas, los cangrejos de río de Riek y las ratas de dientes anchos, entre muchas otras especies nativas. Si no se hace nada respecto a los brumbies, su número podría llegar a más de 20.000 dentro del parque para 2022, de acuerdo con una carta abierta enviada al ministro de Medio Ambiente de Nueva Gales del Sur, Matt Kean, a finales del mes pasado.
La carta, escrita por 15 científicos y firmada por 69 investigadores y sociedades científicas de apoyo, argumenta que el plan gubernamental reciente de sacrificar a 10.000 caballos salvajes no es suficiente, ya que aún permitiría que 3000 caballos habitaran un tercio del parque. Estos caballos continuarían amenazando a las especies en peligro de extinción y a la ecología local en su conjunto, argumentan los científicos. Kosciuszko no puede comenzar a recuperarse de la sequía, de los extensos incendios forestales y el pastoreo excesivo si, como se propone actualmente, quedan 3000 caballos salvajes, dice la carta, escrita en nombre de la Academia Australiana de Ciencias.