Este miércoles, la Tokyo Electric Power Company (Tepco), responsable de la gestión de la central nuclear Fukushima, ubicada al noroeste de Japón, informó sobre una fuga de más de cinco toneladas de agua contaminada por radioactividad.
Este incidente, aunque la compañía asegura que no tendrá repercusiones fuera del área de la planta, volvió a encender las alarmas sobre la seguridad nuclear del país del sol naciente.
Según reportes de la Televisión Central de Fukushima, la fuga fue detectada alrededor de las 08:55 am hora local.
Técnicos en la planta observaron cómo el agua contaminada se filtraba a través de un conducto de escape en la pared de un incinerador de alta temperatura, parte esencial del proceso de tratamiento del agua radiactiva.
La cantidad de agua filtrada se estima en 5.5 toneladas, conteniendo radionucleidos, entre ellos cesio radiactivo y estroncio, con un nivel de sustancias radiactivas que alcanza los 22.000 millones de becquerelios.
Tepco aseguró que la fuga ocurrió en una zona completamente aislada, minimizando así el riesgo de una contaminación más amplia. Durante el momento del incidente, se llevaba a cabo una limpieza del equipo utilizado para tratar el agua contaminada.
Los expertos de la compañía señalaron que una porción significativa del agua derramada probablemente fue absorbida en el suelo, aunque una estación de monitoreo cercana no ha indicado cambios en los niveles de radiación. Se planean esfuerzos para remover el suelo contaminado y mitigar el impacto ambiental.
Este evento se produce en un contexto donde Japón inició, desde octubre pasado, la liberación al océano de un segundo lote de agua radiactiva tratada procedente de Fukushima, sumando un total de 1.34 millones de toneladas.
Este proceso, esencial para el enfriamiento de tres de sus seis reactores, ha generado controversia y condena tanto a nivel nacional como internacional. Tepco anticipa la descarga de unas 54,600 toneladas de agua tratada durante el año fiscal 2024, subrayando la magnitud del desafío que enfrenta la gestión de residuos nucleares en la planta.
La central de Fukushima se convirtió en el epicentro de uno de los desastres nucleares más graves de la historia en marzo de 2011, cuando un terremoto de magnitud 9 y el subsiguiente tsunami devastaron la costa noreste de Japón.
Este catastrófico evento provocó graves daños en la planta y la pérdida de control sobre la misma, siendo clasificado por el Gobierno japonés con el nivel 7 en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares, la misma categoría que el desastre de Chernóbil en 1986.