El 20 de abril de 1993 el mundo lloraba y lamentaba la muerte del actor y cómico Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, mejor conocido como Cantinflas. El ganador de un Globo de Oro por su actuación en la película La vuelta al mundo en ochenta días y protagonista de más de cincuenta películas es recordado con cariño por todos los mexicanos y la comunidad hispanohablante 26 años después de su muerte.
Cantiflas fue reconocido en películas que se hicieron muy populares fuera de Iberoamerica, como El Padrecito, su primer largometraje rodado en color, Su excelencia o Un Quijote sin Mancha.
Mario Moreno murió a causa de un cáncer de pulmón pero sigue siendo recordado por sus más de cincuenta películas y su característico humor.
Nacido en 1911 en Ciudad de México en el seno de una familia humilde formada por siete hermanos, el joven Mario Moreno trabajó de limpiabotas, taxista y boxeador, hasta incorporarse al circo y a una compañía de cómicos ambulantes dónde consagró su mítico personaje y comenzaría su larga vida como actor.
Su característico bigote, sus pantalones caídos, su sombrero gastado y su pañuelo atado al cuello le daban un aspecto descuidado que le situaba entre los más humildes. Desde los años 20 se convirtió en un icono que hizo reír a todo México y a partir de los años 40, al mundo entero cuando su éxito traspasó fronteras defendiendo con su verborrea un mundo más justo.
En sus películas denunciaba las injusticias y desigualdades sociales, en su vida privada vivía con humildad y en su vida pública realizaba obras caritativas. Incluso después de enviudar en 1966 participó activamente en política, llegó a realizar un discurso en la Asamblea de las Naciones Unidas y se convirtió en un icono en contra del charrismo sindical, una forma de corporativismo político que sirvió para controlar el sistema por parte de un solo partido.