Luego de tener cuatro días en su casa el cadáver de María Isabel López Francis, de 24 años, finalmente su familia accedió a sepultarlo nuevamente en el cementerio de la comunidad de Saklin, en Waspam, Caribe Norte; con lo cual acabó una historia llena de esperanza, fantasía y especulaciones.
María Isabel murió el sábado 10 de febrero y fue sepultada el lunes 12. Sin embargo, el jueves 15, alguien hizo una llamada y le dijo a sus familiares que la joven no estaba muerta, que la habían enterrado viva, por lo cual acudieron de inmediato al cementerio y desenterraron su cuerpo.
Desde ese día, la familia colocó el cadáver sobre una cama y empezó a orar, esperando a que abriera los ojos, a pesar de que personal médico de la zona revisó el cuerpo y confirmó que no había ningún signo vital y que ya había entrado en estado de descomposición.
Los familiares se negaron a enterrar de nuevo el cuerpo luego de que otras personas les dijeron que la joven probablemente había sufrido catalepsia, la cual es un estado biológico en el que la persona yace inmóvil, en aparente muerte y sin signos vitales, no obstante, se halla en un estado consciente.
Incluso, motivados por la esperanza de que la joven volviera a la vida, varios de sus parientes dijeron haberla visto mover un pie, en tanto otros afirmaron haber tenido visiones en los que la joven les decía que se encontraba vagando en una nube negra sin ser recibida por Dios porque la familia estaba dividida.
Al percatarse de la situación, una comisión conformada por autoridades de la zona visitó a los dolientes y les hicieron ver que el cuerpo ya estaba demasiado inflamado y en cualquier momento tiraría líquido, poniendo en riesgo la salud de la población que la visitaba para orar por el cuerpo y el alma.
De esta manera, finalmente la familia accedió a que el cadáver en descomposición de María Isabel López Francis fuera sepultado nuevamente en el mismo ataúd y en la misma tumba, de donde la habían sacado tras la especulación de un irresponsable de que seguía con vida.
En este segundo entierro, la familia contó con el apoyo de las comisiones de trabajo de emergencia sanitaria encabezado por gestión de riesgo, líderes de las comunidades aledañas y pastores que estaban claros de que la jovencita ya no era de este mundo desde hacía 9 días atrás.