Hace más de 2 mil años Jesús de Nazaret fue crucificado por orden del entonces prefecto romano en Judea, Poncio Pilato.
Su tránsito hasta esa muerte, conocidos como la Pasión es uno de los elementos centrales que se conmemoran en la Semana Santa.
Tan central fue la crucifixión en la historia del cristianismo, que la cruz se convirtió en el símbolo de las religiones que profesan devoción a la figura de Jesucristo.
Pero, ¿qué pasó con aquella cruz donde ocurrió su muerte?
Decenas de monasterios e iglesias alrededor del mundo señalan tener al menos un trozo de la llamada «vera cruz» en sus altares, para la alabanza de sus fieles.
Y muchos de ellos basan la veracidad del origen de sus reliquias en textos de los siglos III y IV, que narran el hallazgo en Jerusalén del trozo de madera preciso donde fue ejecutado Jesucristo por los romanos
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«Muy probablemente ese madero no sea la cruz donde fue crucificado Jesús, porque pudieron pasar muchas cosas con ese pedazo de madera. Por ejemplo, que los romanos la hayan reutilizado para otra crucifixión, en otro lugar y con otras personas», señala un reciente estudio.
Entonces, ¿por qué surgió la historia de la «vera cruz» y por qué hay tantas piezas que supuestamente son parte del «madero mayor»?
“Se trata del deseo de tener una cercanía física con algo que creemos», dijo Mark Goodacre, historiador y experto en temas del Nuevo Testamento de la Universidad de Duke, en Estados Unidos.
«Las reliquias cristianas son más un deseo que algo verídico».