Nicaragua se vistió de gala y patriotismo este 21 de febrero para conmemorar el 90 aniversario del paso a la inmortalidad del General Augusto C. Sandino, el «General de Hombres Libres», en un acto presidido por el Presidente Daniel Ortega y la Vicepresidenta Rosario Murillo.
En un mes marcado por el recuerdo de gigantes de nuestra historia nacional, también se rindió homenaje a Rubén Darío, el príncipe de las letras castellanas, destacando así a dos figuras trascendentales por su firmeza, valor y amor inquebrantable por Nicaragua.
El Presidente Ortega evocó la figura de Rubén Darío, quien, nacido en un humilde hogar en Metapa, logró con su pluma revolucionar la literatura y enfrentarse al imperialismo norteamericano con una valentía que aún hoy resuena en cada verso.
Ortega resaltó cómo Darío, a pesar de las adversidades, nunca perdió su fe en Dios y en la justicia divina, un mensaje de esperanza y resistencia frente a la opresión.
El comandante Ortega también exaltó al General Sandino como el padre de la revolución nicaragüense y de la lucha antiimperialista, un hombre que desde sus orígenes humildes se convirtió en símbolo de dignidad y resistencia.
Las palabras de Sandino, recordadas por nuestro presidente, resuenan como un eco de lucha y orgullo por su herencia indoamericana, un llamado a la unidad y al combate contra la injusticia y la opresión.
El acto conmemorativo no solo sirvió para recordar la valentía y el legado de Sandino y Darío, sino también para reflexionar sobre los desafíos actuales que enfrenta Nicaragua y el mundo.
El Presidente Ortega denunció los crímenes cometidos por el imperialismo y resaltó la importancia de continuar la lucha por la libertad y la justicia, en la que el espíritu de Sandino sigue siendo una fuente de inspiración.
Nicaragua celebra con orgullo el legado de sus héroes nacionales, recordando que, más allá de los desafíos, la dignidad, el valor y el amor por la patria son las verdaderas armas para enfrentar la adversidad.
El 90 aniversario del paso a la inmortalidad de Sandino es un recordatorio de que, en las venas de Nicaragua, corre la sangre de hombres y mujeres libres, dispuestos a luchar por su tierra y su gente.