¿Enfermedad terminal?, ¿problemas económicos?, ¿amor platónico? Sólo Dios sabe lo que pasaba en la mente de Ronald Antonio Cisneros Mejía, de 50 años, el hombre que mató a cuchilladas a su hija Tyra Gisell Cisneros Martínez, de 17 años, y luego se suicidó en la casa que habitaban en el barrio Pancasán, de Camoapa, en Boaco, el pasado jueves.
La joven Tyra Martínez había recibido bandas de excelencia académica durante los últimos siete años en sus centros de estudios y a pesar de mantener buena relación con su madre, desde agosto del año 2023, decidió irse a vivir con su abuela materna, luego de la separación de sus padres.
El padre de Tyra, quien había estado trabajando en Costa Rica, regresó a Nicaragua el 23 de noviembre del año pasado con la intención de establecerse nuevamente en el país, y le pidió a ella que se trasladaran a vivir juntos a una casa que alquilaba en el barrio Pancasán de Camoapa.
Aunque inicialmente parecía buscar una relación más cercana con su hija, las circunstancias tomaron un giro inesperado, según lo que cuenta Deyri Espinoza, con quien la jovencita llevaba dos años de noviazgo y había tenido siempre una relación de confianza.
Poco antes de la tragedia, Tyra le dijo a su novio que su padre le estaba suministrando pastillas de Lorazepam, argumentando que eran para ayudarla a dormir.
Sin embargo, Tyra le comentó al novio que esas pastillas la hacían sentir débil y “moribunda”. El joven Deyri dijo que a pesar de ver raro lo que sucedía no reportó la situación a las autoridades por temor a equivocarse.
Agregó el novio que el jueves 23 de enero, Tyra mostró gran preocupación y miedo al notar un comportamiento extraño en su padre y en una llamada con él, le expresó llorando que tenía un mal presentimiento.
Según relató la muchacha, su padre la había abrazado de manera extraña mientras sostenía un cuchillo en la mano. Poco después, los primeros minutos del viernes, fue la última vez que Tyra y Deyri se comunicaron.
El viernes 24 de enero, Deyri intentó hablar por celular con Tyra, pero al no recibir respuesta, contactó a una amiga de ella para que fuera a buscarla a su casa. Sin embargo, al tocar el portón, nadie respondió.
El sábado 25 de enero, Deyri le pidió ayuda a su amigo Jairo Jirón, quien vive en Boaco, para que fuera a revisar el lugar.
Alrededor del mediodía, Jairo entró a la vivienda tras saltar el muro y encontró la escena desgarradora: Tyra estaba sin vida, con múltiples cortaduras en las manos, lo que indicaba que intentó defenderse.
Cerca de ella, yacía el cuerpo de su padre, quien se había quitado la vida utilizando el mismo cuchillo con el que atacó a su hija.
En el lugar, las autoridades encontraron una carta escrita por el padre, en la que pedía perdón y decía que no podía dejar a su “niña sola sufriendo”.
Devastado por lo ocurrido, Deyri dijo sentirse culpable por no haber denunciado lo que Tyra le había contado.
«Nunca imaginé que él pudiera hacer algo así, porque parecía que la quería. A veces pensaba que todo era una confusión o imaginación de ella. Si hubiese actuado, tal vez las cosas serían diferentes«, concluyó entre lágrimas.
Muchas personas en Boaco creen que a lo mejor el parricida Ronald Antonio Cisneros Mejía estaba enamorado de su hija, por publicaciones que hacía en su Facebook, y como no podía tenerla como hombre decidió acabar con la vida de ambos, pero la verdad Sólo Dios la sabe.