Acribillado a tiros murió el nicaragüense Juan Francisco López Suárez, de 39 años de edad, luego de que un sujeto bajó de un auto y disparó por lo menos 18 veces con una subametralladora UZI, en Panorama City, California, Estados Unidos.
López Suárez estaba con otras personas borrando los grafitis de las pandillas en la pared de un local comercial de Northridge, cuando el auto se acercó, un delincuente bajó y voló la lluvia de balas, que mataron al pinolero y dejaron a tres heridos.
Juan Francisco López era padre soltero, originario de Matagalpa, y tenía seis meses de haber llegado a Estados Unidos, donde fue asesinado el 15 de abril, por el afroamericano Jamal Jackson, de 24 años, quien ya está detenido.
Luis Felipe Figueroa, uno de los testigos, dijo que al momento del ataque, otros ciudadanos de la zona corrieron para esquivar las ráfagas de balas, pero los pintores no pudieron evitarlas.
Se supone que la limpieza de los grafitis en la pared de una heladería fue la que desató la ira del delincuente que ejecutó el violento ataque.
El matagalpino tenía más de veinte años de experiencia como pintor, pero desconocía la gravedad de tocar los grafitis de las pandillas, por lo que inocentemente se puso en riesgo y perdió la vida.
Karina López Suárez, hermana de la víctima, declaró que luego del crimen, el cuerpo fue llevado por las autoridades al hospital de Resada; luego sería enviado a la morgue de Los Ángeles y finalmente a una funeraria.
El finado Juan Francisco López dejó en la orfandad a tres hijos de 13, 12 y 9 años de edad, y su madre enferma vive en Matagalpa.
Familiares y amigos de Juan Francisco López Suárez, tanto en Estados Unidos como en Nicaragua, han iniciado una campaña para recaudar y poder repatriar el cuerpo a su país natal lo cual tiene un costo total de 12 mil dólares.