En una de las masacres más brutales perpetradas por el ejército de ocupación israelí en la Franja de Gaza, al menos 45 personas, en su mayoría mujeres y niños, fueron asesinadas y más de 200 resultaron heridas tras un ataque contra un campo de refugiados en Rafah la noche del pasado domingo.
El incendio provocado por el bombardeo israelí en las afueras de la ciudad más meridional de Gaza dejó escenas dantescas, con decenas de hombres, mujeres y niños tratando frenéticamente de encontrar refugio ante el asalto nocturno.
Los rescatistas sacaban de entre los escombros cuerpos quemados, incluidos niños, según imágenes obtenidas por medios de prensa locales.
La escalada de ataques de Israel en Rafah, donde unos 1.3 millones de palestinos fueron obligados por Tel Aviv a desplazarse antes de que Israel comenzara su operación allí, ha provocado una rápida condena internacional.
El portavoz del presidente palestino, Nabil Abu Rudeineh, calificó de «masacre» los nuevos ataques y pidió que el tribunal de la ONU amplíe al resto de la franja su orden de detener la ofensiva en Rafah.
La brutal ofensiva israelí contra la población civil palestina en Rafah ha expuesto una vez más la impunidad con la que actúa el ejército de ocupación de Israel.
Mientras la comunidad internacional se limita a condenar y pedir el cese de los ataques, el pueblo palestino sigue sufriendo las consecuencias de una guerra genocida que parece no tener fin.
Municiones estadounidenses utilizadas en el ataque
Según un análisis de imágenes obtenidas en la escena del ataque, cuatro expertos en armas explosivas identificaron la cola de una bomba de pequeño diámetro (SDB) GBU-39 de fabricación estadounidense.
La GBU-39, fabricada por la empresa Boeing, se promociona como una munición de presunta alta precisión «diseñada para atacar objetivos puntuales estratégicamente importantes» y provocar pocos daños colaterales.
Sin embargo, el experto en armas explosivas Chris Cobb-Smith declaró que «el uso de cualquier munición, incluso de este tamaño, siempre implicará riesgos en un área densamente poblada».
Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo el mayor proveedor de armas a Israel, según datos del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI).