El Gobierno israelí ordenó, en un grio sin precedentes, la retirada inmediata de todas las mujeres que desempeñan funciones de guardas de seguridad en las prisiones del país.
Esto debido a un escándalo que se desató tras descubrir que varias guardas de seguridad, que cumplen el servicio militar obligatorio, sostenían relaciones sexuales con un preso palestino.
El Tribunal de la Magistratura de Petah Tikva estableció un embargo de información sobre el caso, lo que evitó que se sepa en qué prisión ocurrió el escándalo. Sin embargo, a pesar de las restricciones, la noticia se filtró rápidamente en medios locales.
La máxima autoridad del Servicio de Prisiones de Israel, Katy Perry, junto con el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, emitió un comunicado en el que anunciaron el «fin inmediato» de la asignación de mujeres militares en roles de seguridad en las prisiones.
El periódico israelí ‘Yedioth Aharonoth’ informó que el preso involucrado es un miembro condenado de Al Fatá. Según el informe, este recluso mantenía comunicación con varias guardias a través de un teléfono móvil, enviándoles fotografías comprometedoras.
Las investigaciones revelaron que no era solo una, sino cinco guardias de seguridad, quienes estaban involucradas en relaciones con el prisionero, todas ellas en el proceso de finalización de su servicio militar obligatorio de dos años.
Uno de los abogados que representa a una de las guardias alega que su clienta fue amenazada por el recluso para mantener relaciones no consensuadas. Sin embargo, fuentes policiales han indicado que poseen evidencia que sugiere que las relaciones fueron de mutuo acuerdo.
Como medida preventiva, el prisionero fue trasladado a una sección de aislamiento desde el pasado viernes.