Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), se encuentra en el ojo el huracán luego que le dio un beso -no consentido- a la futbolista Jenni Hermoso tras la victoria de la selección en el Mundial femenino.
Pese a las presiones, Rubiales manifestó firmemente su decisión de no renunciar a su puesto.
En declaraciones durante la Asamblea General de la RFEF, Rubiales defendió su acción asegurando que el beso fue espontáneo, mutuo, eufórico y consentido.
Además, remarcó que mantiene una relación estrecha con todas las jugadoras, considerando al equipo como una familia.
Sin embargo, no todos en la federación comparten su visión. En un giro sorpresivo, Rafael del Amo, vicepresidente de la RFEF, presentó su renuncia como presidente del Comité Nacional de Fútbol Femenino.
Del Amo consideró que Rubiales «debería haber presentado su dimisión» a raíz del incidente, destacando la importancia de asumir responsabilidades ante errores.
La reacción de la comunidad futbolística no se ha hecho esperar. Alexia Putellas, centrocampista del FC Barcelona y de la selección española, expresó su descontento con las declaraciones de Rubiales.
Al conocer que no se plantearía una renuncia, Putellas manifestó con indignación: «Esto es inaceptable. Se acabó».
El debate continúa abierto y la división dentro de la RFEF es palpable. Mientras muchos exigen una postura firme y acciones consecuentes ante el suceso, otros defienden la versión de Rubiales.
Lo que es innegable es que el episodio ha puesto en evidencia cuestiones más profundas sobre la relación de poder, el respeto y la dignidad en el deporte y en la sociedad en general.