Una familia real, apostada en cualquier región de Europa en pleno arco de la edad media, era una cadena interminable de dominio y privilegios, es decir, desde el primer rey hasta el último eslabón de su descendencia. Era como una situación de protección sempiterna, pues la realeza jamás sería miembro del pueblo popular.
En los hechos de la historia universal, existen antecedentes que indican y comprueban que varias familias reales se convirtieron en familias plebeyas. Este suceso es imaginablemente catastrófico, podría recrearse como el hundimiento del Titanic, o, con el mejor ejemplo de todos, con la caída del imperio romano.
Aplicando estas analogías al deporte, encontramos fácilmente muchos casos en los que equipos o atletas, considerados, metafóricamente, reales, se convirtieron en plebeyos, al no cumplir siquiera las expectativas mínimas de su rendimiento. Dejaron de ser el foco de noticias y pasaron a ser el centro de críticas.
El CD Walter Ferretti era uno de los príncipes del fútbol nacional. En continuas ocasiones, se codeaba con los grandes clubes de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe. Además, se sentaba en el trono del balompié pinolero y desde ahí, presumía sus vestiduras rojinegras, tejidas con texturas de élite.
Sin embargo, las cosas cambiaron en poco tiempo. El onceno ferrettista pasó a ser un plebeyo más. Su rendimiento dentro de la cancha pasó de eficiente y gustoso a inoperante y displicente. Dejó los altos puestos de la clasificación y ahora merodea en los últimos escaños, viendo hacia arriba y extrañando sus tiempos dorados.
Los factores de este decaimiento no son administrativos. También están descartadas las posibilidades de carecer de talento humano y de sufrir contratiempos logísticos. Simplemente dejaron de rendir. Se convirtieron en un participante más y olvidaron su condición de competidor.
La debacle del elenco capitalino se ha visto reflejada en su dificultad para anotar goles y romper los sistemas defensivos rivales. Así mismo, su sistema de juego dejó de ser fluido y dinámico. Los equipos considerados débiles se transformaron en gigantes frente al Walter Ferretti y empezaron a complicarles la vida.
De una forma lastimosa, el conjunto capitalino pasó de príncipe a plebeyo, al menos en lo que ha transcurrido del actual Torneo Clausura 2018. Sin embargo, sus aficionados esperan su renacer. Es decir, anhelan el retorno del gran envigado rojinegro. Aún están a tiempo, tienen 7 partidos pendientes para recuperarse.