Los Indios de Cleveland barrieron en tres juegos a los Medias Rojas de Boston y jugaran la final de la Liga Americana contra los Azulejos de Toronto. La eliminación de Boston también significo el retiro de manera oficial de uno de sus símbolos, David Ortiz, Big Papi.
Finalizando el juego, el público en el Fenway Park reaccionó para corear una última vez: «¡Pa-pi!». Diez minutos después del último out, cuando la mayoría de los jugadores de Cleveland se había retirado para la fiesta en el camerino, los cánticos de «¡No nos vamos!» y «¡Gracias, Papi!» obligaron que el querido toletero dominicano regresase al terreno.
Con una sudadera roja y rostro serio, Ortiz caminó al montículo y empezó a saludar en todas direcciones con su gorra, tocándose el pecho. Solo cuando la cámara hizo una toma de primer plano se pudo confirmar que el gesto de Ortiz no era de disgusto ante una prematura eliminación en la postemporada: Big Papi estaba llorando.
Ortiz, de 40 años, dijo que pensó en el cubano José Fernández, su amigo y lanzador de los Marlins de Miami, quien murió el mes pasado, por un accidente en lancha.
«Esta noche, cuando caminé hacia el montículo, me di cuenta de que se había acabado. Era probablemente la última vez que caminaría como pelotero frente a la multitud», dijo Ortiz. «Y las emociones salieron otra vez».
Al cabo de dos minutos, Ortiz se retiró hacia la cueva. Y era para siempre, poniendo fin a una carrera de 20 años en la que fue actor clave en la conquista de tres campeonatos de la Serie Mundial para Boston, transformando a una franquicia acostumbrada a fiascos en octubre.