Al fin. El Madrid había perdido la costumbre de despachar partidos cómodos, goleadas que atemorizaban a Europa. El campeón de Champions regresó a sus viejas costumbres con Benzema como estrella, apabullando al Viktoria y reservando para Roma la disputa del primer puesto. La rueda de la fortuna ha girado con Solari. Ya no apunta con su dedo acusador al Real Madrid. Todo lo que antes salía mal ahora sonríe con picardía al equipo blanco, aunque cometa tantos errores o despistes como antes. Pese a un cuarto de hora inicial malo, muy malo, como en Moscú, una acción maravillosa de Benzema, recordando al delantero total que despuntaba en Lyon, desatascó el partido y mostró la distancia real entre ambos conjuntos. Sideral. Cuesta creer que los checos fueran capaces de dar réplica en el Bernabéu, con una defensa tan débil.
Santiago Solari completó su triple corona al ganar un partido de Copa, uno de Liga y uno de Champions. Lo hizo eligiendo a Courtois, que debutó en la Champions de blanco, fortaleciendo la medular con Ceballos y Lucas, y dejando mucho crack en el banco: Asensio, Isco y Modric, más Vinícius, a quien se suponía que daría minutos. Algunos se quedaron sin disfrutar de la fiesta de Pilsen.