Rezando día y noche, se encuentra la familia de Bernardo Apolonio García, de 24 años, luego que en el hermoso espejo patas de León que tiene en la sala, aparecieron los rostros de dos horrendos duendes.
Don Bernardo, al ver los rostros en el espejo por poco y se desmaya del susto, pero se armó de valor y pegó un madre grito a sus familiares para que verificaran si estaba alucinando o no. Y que creen amigos, el hombre estaba en sus plenos cabales y lo que veía no era ninguna loquera.
La noticia se regó como pólvora por todo León. Y en tanto unos les rezaban a todos los Santos, otros hablaban del fin de mundo… Auténtico amigos, auténticos.