Gaspar García Laviana: Símbolo del Verdadero Cristianismo

“Gaspar es un símbolo del verdadero cristianismo, que inyecta una nueva dinámica a lo que es el cristianismo en América Latina y a lo que son los procesos de cambio en nuestro continente. Su cristianismo es vivo.”

Comandante Daniel Ortega

Gaspar García Laviana llegó a Nicaragua en 1970 como un joven sacerdote asturiano que había abandonado Europa para servir a los pobres de América Latina. Había conocido de cerca la explotación obrera en Madrid, donde se vinculó con movimientos cristianos comprometidos, pero fue en Nicaragua donde entendió —en carne viva— que la pobreza no era un accidente, sino un problema estructural, consecuencia directa de un sistema opresor.

Antes de su llegada al país, Gaspar ya encarnaba una profunda conciencia de clase heredada del trabajo minero de su padre. Sin embargo, fue al sumergirse en la realidad campesina

de Rivas, de Tola y de San Juan del Sur, donde comprendió que la misión cristiana exigía algo más que consuelo, exigía justicia social.

En un país con más del 50% de analfabetismo, con comunidades sin caminos, sin escuelas y sin salud, Gaspar levantó aulas, formó cooperativas y abrió espacios de atención médica. Pero la solidaridad aislada no bastaba, la estructura misma que condenaba al campesinado debía ser transformada, y era el Frente Sandinista que estaba luchando por esa transformación, ya lo había anunciado el Comandante Carlos Fonseca en octubre de 1970: El Frente Sandinista, a la cabeza de las masas populares de Nicaragua, se sacrifica no por alcanzar una mezquina migaja para el pueblo, sino por lograr una radical transformación social y nacional.

Así maduró en él la decisión que cambiaría su vida para siempre, unir su fe cristiana con la lucha revolucionaria del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Soldado de Cristo y Soldado del FSLN

En 1974, Gaspar tomó la decisión más radical y coherente de su ministerio: integrarse al Frente Sandinista de Liberación Nacional, lo hizo por responsabilidad moral, afirmando con lucidez profética, que el somocismo era más que una estructura de poder, era pecado.

Gaspar entendió que el campesino nicaragüense no era pobre por azar, sino por efecto de un régimen que protegía terratenientes, prostituía a jóvenes humildes y despojaba al pueblo de toda dignidad. Él mismo denunció:

“He visto la explotación inicua del campesino… he visto cómo unos pocos se enriquecen obscenamente a la sombra de la dictadura somocista”.

Su centro comunal —donde convivían la oración, la alfabetización, la organización y la atención médica— se convirtió en un núcleo social y espiritual. Tanto así, que fue blanco de atentados de la Guardia Nacional.

Gaspar era consciente de la profundidad del daño causado por la oligarquía. De ahí su famosa reflexión: “Tratar de cambiar al campesino es arar sobre la mar”, frase que no expresa resignación, sino claridad sobre la magnitud de la tarea revolucionaria.

Al ingresar al FSLN, Gaspar se formó en trabajo clandestino, logística, organización comunitaria y dirección militar. Su vocación pastoral, lejos de apagarse, se transformó en un compromiso total con la liberación del pueblo nicaragüense.

La opción por los pobres

El pensamiento político y social de Gaspar se expresa con nitidez en su carta navideña de 1977, un documento donde resume la injusticia que vivía Nicaragua y la urgencia moral de enfrentarla. No se trata de un manifiesto político cualquiera: es el testimonio sincero de un sacerdote que vio en el somocismo una negación absoluta del Evangelio. Su denuncia del prostíbulo “Luz y Sombra” —clausurado para proteger a dos menores— lo convirtió en objetivo directo de la represión somocista.

A partir de esa experiencia, Gaspar concluye que la lucha armada del Frente Sandinista es una guerra justa, retomando la tradición cristiana de Santo Tomás de Aquino y la Teología de la Liberación. Afirma con convicción:

“El somocismo es pecado, y librarnos de la opresión es librarnos del pecado”.

Su poesía, sus cartas y sus reflexiones muestran que su decisión de volverse guerrillero no fue un acto desesperado, sino la consecuencia lógica de su fe. Como escribió en Campesino 2:

“Sentí en mi carne tu pobreza…
quise apagar tu pobreza con justicia legalista;
al no poder, me convertí en guerrillero.»

Gaspar en la continuidad histórica de la Revolución Popular Sandinista

El Comandante Daniel Ortega describió a Gaspar como un “gran concientizador del pueblo”, un hombre con profundo don de mando, sensibilidad humana y claridez moral. Fue el Comandante Camilo Ortega quien lo acompañó en su formación revolucionaria, integrándolo directamente con Delegados de la Palabra que luego se convertirían en combatientes.

Gaspar nunca dudó de la victoria del pueblo. Sus cartas rebosan esperanza, repite una y otra vez: “cuando ganemos”, “al llegar a la victoria”. Su fe cristiana y su fe en el pueblo eran inseparables. Y así fue: Gaspar sembró su vida el 11 de diciembre de 1978, pero el 19 de julio de 1979 Nicaragua resucitó como una Nueva Patria libre.

Hoy, Gaspar García Laviana sigue siendo un símbolo imprescindible de la identidad revolucionaria de Nicaragua. Su vida es una expresión concreta del cristianismo auténtico, de amor activo, justicia social y defensa del pueblo.

La proclamación como Héroe Nacional —según el Decreto Presidencial N.º 23-2021— reafirma no solo su lugar en Nuestra Historia, sino también el deber de estudiar su obra, su pensamiento y su ejemplo como parte imprescindible de la formación ética y política de Nuestro Pueblo, como inspiración permanente y como Sublime Apóstol de nuestras propuestas y prácticas cristianas, socialistas, fraternales y solidarias.

 Referencias

  • El 19 digital (2021). Decreto Presidencial: Gaspar García Laviana, Héroe Nacional de Nicaragua
  • Gaspar García Laviana (1979). Cantos de Amor y Guerra. Ministerio de Cultura.
  • FSLN (1988). Comandante Padre Gaspar García Laviana, Biografía.
  • Miguel d’Escoto (2009). Antiimperialismo y Noviolencia. Ocean Sur.

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