Nicaragua ratificó este sábado su posición frente a la Cumbre del Clima de París (COP21), porque considera que el acuerdo alcanzado no hace lo suficiente para proteger a la Madre Tierra.
El jefe de la delegación Paul Oquist, expresó que las naciones ricas deben hacer mucho más para reducir las emisiones destinadas a ayudar a defender la Madre Tierra y que los gobernantes estaban llevando a sus nietos a un mundo con temperaturas más elevadas.
Durante el desarrollo de las conversaciones, Oquist dijo que las naciones desarrolladas no estaban haciendo lo suficiente para reducir el uso del carbono y que no entregaban fondos suficientes para ayudar al mundo en desarrollo a adaptarse a los impactos del cambio climático.
Además, Oquist criticó el procedimiento antidemocrático utilizado por el presidente de la reunión, el jefe de la diplomacia francesa Laurent Fabius, lo que «debilita el multilateralismo» y «desluce esta COP y su acuerdo», citó la agencia Efe.
Aseguró que su intención y la de otros países, es trabajar para perfeccionar el acuerdo con algunas sugerencias para el bien de la Madre Tierra y de la humanidad.
Nicaragua plantea que aunque se haya fijado el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5 grados para finales de siglo, algo que es «absolutamente crítico» para países tropicales como el suyo, hay problemas en el establecimiento del nivel de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que serán necesarias.
«Falta todavía trabajo» del grupo internacional de expertos (IPCC), indicó.
Acuerdo alcanzado en cumbre
Los 195 países de la conferencia de la ONU aprobaron el primer acuerdo universal y vinculante en la cumbre del clima (COP21) celebrada en París, donde las naciones se comprometen a transitar de manera conjunta hacia una economía baja en carbono.
El texto fue entregado a los delegados de los países por el presidente de la reunión de París y ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, quien tuvo que retrasar a este sábado la presentación del acuerdo prevista para el viernes debido a las discrepancias existentes.
El objetivo del pacto es que la temperatura del planeta no aumente más de dos grados centígrados a finales de siglo, pero con la aspiración de que no suba más de 1,5 grados. Para ello, los países revisarán cada cinco años sus compromisos de revisión de emisiones, y se marcarán metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a largo plazo para lograr los objetivos que se proponen.
Para lograr el acuerdo que marca el inicio de un nuevo modelo de desarrollo han hecho falta veintiún años de cumbres del clima y doce meses de los más intensos esfuerzos diplomáticos que se hayan hecho en la historia.
«Este es el acuerdo más complejo que se ha negociado nunca», han reconocido los secretarios tanto de Naciones Unidas como de la convención de cambio climático de la ONU, Christiana Figueres.
Principales puntos del acuerdo
El Acuerdo de París, que cuenta con 11 páginas y una decisión que lo desarrolla en otras 20, es jurídicamente vinculante, como acuerdo de una COP, pero los acuerdos son en la jerarquía jurídica el mínimo nivel existente, bastante por debajo de un protocolo. Exigencia ésta de Estados Unidos para no tener que ratificarlo en el Senado.
A largo plazo, se podrá seguir emitiendo gases de efecto invernadero siempre que puedan ser capturados y almacenados geológicamente.
El pacto entrará en vigor en 2020 y con él las 186 contribuciones nacionales de lucha contra el cambio climático presentadas. Cada cinco años los países deberán revisar sus contribuciones por un mecanismo de «reporte y rendición de cuentas transparente», con la idea de ir renovando sus promesas nacionales al alza para lograr el objetivo propuesto de que la temperatura no aumente más de dos grados, y los nuevos compromisos nunca podrán ser menos ambiciosos que los anteriores.
Los países se proponen que las emisiones toquen techo «tan pronto como sea posible», reconociendo que esta tarea llevará más tiempo para los países en desarrollo, y que se efectúen reducciones rápidas a partir de ese momento para encontrar «un equilibrio entre las emisiones provocadas por la acción del hombre y lo que puede absorber la atmósfera» en la segunda mitad de siglo.
De este párrafo, que hace referencia a los objetivos de mitigación a largo plazo, desapareció primero una meta de reducción para 2050, después la descarbonización y finalmente la referencia a la «neutralidad» de emisiones que debía alcanzarse en la segunda mitad del siglo.
Lo que vienen a decir los nuevos objetivos a largo plazo del Acuerdo de París es que se podrá seguir emitiendo gases de efecto invernadero siempre que estos puedan ser capturados y almacenados geológicamente, además de por el efecto «sumidero» que poseen los sistemas naturales.
El texto, de hecho, hace un reconocimiento a los bosques como sumidero y a la obligatoriedad de preservarlos, con la ayuda internacional que ello requiera. El acuerdo también recoge las necesidades de financiación de la adaptación, un mecanismo de pérdidas y daños por el cambio climático, y la acción climática antes de 2020, todo ello «en base a las capacidades de cada uno». Y fija como suelo para la financiación climática un mínimo de 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020. Aborda asimismo la noción de «justicia climática» en el preámbulo, y en cada aspecto está reflejada la diferenciación entre países a la luz de las circunstancias nacionales.
Un acuerdo «universal»
Antes de la aprobación del texto, Fabius dijo que es un documento «diferenciado, justo, sostenible y jurídicamente vinculante, es fiel al mandato de Durban (donde se celebró la cumbre del clima en 2011), reconoce el concepto de justicia climática y tiene en cuenta la responsabilidad diferenciada de los países y las realidades de los países», ha dicho Fabius durante la presentación del acuerdo.
Por su parte, el presidente francés, François Hollande, calificó el texto de «ambicioso y realista». «Se reconcilian las obligaciones de los países, pero concede a los más vulnerables y en desarrollo los medios prometidos, se establecen revisiones esenciales para la credibilidad del acuerdo… Este sería el primer acuerdo universal de la historia de las negociaciones climáticas. Van a decidir por sus naciones, pero también por el mundo. Va a ser decisivo para la humanidad», ha subrayado el presidente galo.
Hollande había pedido a las partes que aprobasen este acuerdo aunque no recoja todas las ambiciones nacionales: «El acuerdo no va a ser perfecto para ninguno si lo ve a través del prisma de interés individual (…). No se han satisfecho todas las exigencias, no se han obtenido todas las reivindicaciones, pero no nos van a juzgar por una frase, sino por un acuerdo, no nos van a juzgar por una palabra, sino por un acto», ha remachado.
Manifestantes rechazan conclusiones
Varias manifestaciones recorrieron este sábado las calles de París para mostrar su desacuerdo con las conclusiones de la cumbre del clima COP21, que consideran insuficientes para combatir el calentamiento climático.
La principal de ellas fue convocada junto al Arco del Triunfo, donde los manifestantes, vestidos mayoritariamente de rojo, trazaron una línea de ese mismo color con la que pretendieron simbolizar los límites que no se deben superar y la frontera entre las víctimas del calentamiento global y sus causantes.
El prefecto de Policía de París, Michel Cadot, recordó que las manifestaciones están prohibidas por el estado de emergencia, pero reconoció que tres de ellas serían toleradas, aunque anunció el despliegue de unos 2.000 agentes para evitar actos violentos como los que tuvieron lugar hace dos semanas con motivo de la apertura de la COP21.
«El cambio climático lo tenemos que liderar los ciudadanos, no podemos confiar en que nuestros políticos porque llevan fracasando 23 años», aseguró a Efe el activista de Ecologistas en Acción Samuel Martín Sosa.
A su juicio, el acuerdo alcanzado en París «no sienta las bases de una verdadera transición energética».