Una misionera mormona que se sintió “reprimida sexualmente” abandonó la iglesia y se convirtió en una popular estrella porno. Perdió la fe pero a cambio ganó millones de admiradores.
Se trata de Addie Andrews, de 30 años, una de las actrices más cotizadas en el mundo del entretenimiento para adultos a pesar de su estricta educación católica.
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La joven creció en un pequeño pueblo, donde sus padres le exigian ser parte de una comunidad religiosa. A los 17 años, decidió unirse a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para a los 26 abandonar sus creencias e incursionar en el mundo XXX.
Su familia ha aceptado su nuevo estilo de vida. “Sabía que se sorprenderían un poco cuando les contara sobre mi trabajo para adultos”, confiesa.
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En enero, Addie consiguió tener un representante y desde entonces ha aumentado rápidamente su popularidad en la industria pornográfica.