La vicepresidenta compañera Rosario Murillo, expresó que Nicaragua es tierra de amor y bien, que ha sido bendecida por Dios con el restablecimiento de la paz y la armonía entre las familias.
“Todos los días invocamos a Dios para que nos siga bendiciendo en esa incesante búsqueda de todos por la patria con paz y bien en la que veníamos avanzando, sobre todo con un programa cristiano, soberano, solidario en el que atendíamos, como estamos atendiendo ahora con prioridad a los más pobres, a los excluidos, a los descartados de siempre. Un programa de protagonismo de todos los sectores de nuestro país. Un programa de unidad nacional”, expresó la compañera Rosario Murillo.
Destacó que en medio de las múltiples dificultades “que nos creó un pequeño grupo de codiciosos, ese pequeño grupo demencial que creyó que era posible doblegar al pueblo nicaragüense con violencia y provocando dolor”, el país avanza nuevamente con paz.
“En Paz, con paz y bien, con justicia, con programas cristianos y solidarios es que fuimos no solo avanzando, sino siendo reconocidos como inspiración y ejemplo en el mundo y por nuestro propio pueblo que se veía y se ve protagonizando todos los espacios con acceso a derechos, a la salud, a la educación, a las carreteras, al trabajo. Bendición y victorias alcanzamos durante 11 años y bendición y victorias seguimos alcanzando, mostrando que el pueblo nicaragüense que sabe de honor, que sabe de luchas, no sabe de rendición”, aseguró.
Tras leer un extracto bíblico del Libro de Samuel, dijo que los nicaragüenses nos sentimos “recomenzados por Dios nuestro Señor que ha ido restableciendo la paz, la armonía en nuestra Nicaragua, desde la familia y la comunidad, desde la familia que sufrió tanto y desde la comunidad que sufrió tanto».
“Recordamos cómo insistíamos en la necesidad dejar de asediar, de acosar al pueblo. Cómo insistíamos: ‘liberen, liberen esos tranques’. Nunca quisieron, pero Dios nos dio la fuerza para avanzar sobre tranques e intentos destrucción. Dios nos dio la fuerza, Dios nos sigue dando la fuerza con su misericordia, porque sentimos que nos libra de poderosos enemigos, incluso de los que pueden ser más fuerte que nosotros, los dispersa, los dispersa porque en esta Nicaragua que es de Cristo Jesús, lo que debe reinar es el amor y la construcción del bien común, en eso estamos empeñados. En medio, como decimos, de tantos desafíos, pero con la confianza puesta en Dios y reconociéndonos en sus manos, vamos adelante. Justicia, reparación y no repetición esa es la base para la reconciliación y la paz duradera. Dios lo hizo una vez y lo hará otra vez”, añadió.
Expuso que al pueblo nicaragüense “con la confianza, con la fe que tenemos en Dios, no nos detiene la dificultad, al contrario, pero eso sí, exigimos justicia, exigimos reparación, exigimos que se reconozca el daño que se ha hecho al pueblo nicaragüense, a las familias nicaragüenses, y sobre todo a los excluidos de siempre, a los que han sido históricamente descartados de la prosperidad y del progreso que veníamos teniendo”.
“Recordemos que alcanzamos objetivos y metas de inclusión social y de protagonismo de las familias, de las comunidades, que admiraron a los organismos internacionales y al mundo. No dudamos que vamos a seguir alcanzando esas victorias del bien común, no lo dudamos. Por eso estamos insistentemente reclamando que se reconozca al daño que le hicieron al país con locura y vileza, atentando contra los más pobres sin ningún pudor, sin la más mínima compasión humana”, demandó.
La vicepresidenta indicó que a aquellos que atentaron contra el pueblo no les hace falta escuela, hospital, techo, ropa, vivienda o trabajo.
“Es por eso que destruyen lo que no necesitan, pero el pueblo necesita, las familias que necesitan, las familias que protagonizan estos programas saben porque sabemos lo que vale una cirugía, lo que vale la atención médica gratuita, como esta nueva especialidad que estamos iniciando con especialistas palestinos. Las familias saben toda la cantidad de hermanas y hermanos que resultaron protegidos por la Operación Milagro, recuperaron la vista, derecho humano esencial”, reflexionó.
Insistió en que el llamado cotidiano para todos “es a despojarse de sentimientos innobles, que nos veamos en el espejo de los que sufren hambre y sed de justicia porque son bienaventurados. Vernos en ese espejo, entender el clamor ciudadano que exige justicia, reparación y compromiso de no repetición”.
“Nos convocamos a perdonar sin olvidar, aprender, a no olvidar, pero tampoco amargarnos ni paralizarnos, porque tenemos a Dios. Si Dios con nosotros, quien contra nosotros. En el confiamos. Repetimos que sabemos que sus manos bendición todos los esfuerzos que estamos realizando como pueblo para que se nos reconozca el derecho de vivir tranquilos, seguros, con humildad y alegría con nuestros valores de familia, en familia, como familia, con fe y esperanza y sobre todo con el deber irrenunciable de dignidad, identidad y cultura soberana”, manifestó.
Finalmente, dijo que “nunca lo olvidemos: En el poderoso nombre de Jesús proclamamos que Nicaragua es tierra de amor, paz y bien».