En el año 1966 se fundó la Parroquia San Pablo Apóstol, en la colonia Nicarao, misma en la que se instauró la primer Comunidad Eclesiástica de Base (CEB) motivados por el sacerdote de origen español José de la Jara, como un proyecto piloto pastoral el cual tenía como propósito inducir en los caminos de Dios a todos los habitantes de los barrios orientales de Managua.
Uno de los principales objetivos de la comunidad era promover la lectura de las Santas Escrituras, seguir los pasos de Jesucristo y trasladar los mandatos de Dios a la vida cotidiana, dando como resultado la creación de la Misa Popular Nicaragüense, en la que se retoman elementos populares de nuestra cultura. Las CEB durante los años de la insurrección popular sandinista, desempeñaron un rol fundamental, tomando en cuenta que muchas de las parroquias fueron espacios donde se les brindó apoyo a los guerrilleros.
“La vida de Jesús fue para nosotros un ejemplo a seguir, si queríamos incidir en el cambio y transformación de las estructuras de la injusticia debíamos involucrarnos en la lucha en contra de la tiranía somocista y las élites que las apoyaban. Muchos fueron a la lucha convencidos de su fe, siendo su principal motivación y de esta manera poder enfrentar de forma decidida aquel régimen”, destacó Rafael Valdez, miembro y fundador de las CEB.
“Muchos de los miembros de nuestra comunidad fueron guerrilleros, colaboradores o simplemente simpatizantes de la lucha de aquellos años, de tal forma que todos nos sentimos comprometidos a ser parte del proceso liberador que confirmaba nuestra esperanza de que era posible la construcción del Reino de Dios en la Tierra”, añadió Valdez.
A 50 años de brindar sus servicios en las comunidades de los barrios 14 de Septiembre, Enrique Gutiérrez, Colonia 1 de Mayo y Colonia Nicarao, donde hay presencia de las CEB, el padre Miguel D’Escoto afirma que a través de la conformación de las comunidades se logró el despertar de una nueva iglesia, la cual está comprometida con el ser humano y con la mejoría de sus circunstancias.
“Las Comunidades Cristianas de Base han jugado un papel muy importante no sólo en Nicaragua, sino en toda América Latina. Las CEB implican un despertar político, por eso es que vemos un pueblo comprometido con un proceso revolucionario, de cambio profundo, porque no se puede ser cristiano sin ser revolucionario, viviendo en un mundo de injusticia como la que vivimos muchos países por parte del imperialismo norteamericano” destacó.
Por su parte, el padre Uriel Molina, párroco y fundador de la CEB de la Colonia 14 de Septiembre asegura que a lo largo de estos años se ha logrado cambiar la mentalidad del pueblo, mismo que hoy se identifica con las causas justas.
“Fue un cambio de mentalidad en una iglesia apegada a las procesiones y costumbres antiguas, a una iglesia de pequeñas comunidades que tenían como objetivo la lectura de la Biblia bajo la metodología de ver, juzgar y actuar. Primero veíamos la realidad social, política, luego se enjuiciaba la realidad con el uso de la Biblia y luego se actuaba, de ahí surgieron muchas personas que se comprometieron con la lucha revolucionaria”, finalizó.