Estudio: No hay cura para un corazón roto

Un estudio escocés realizado durante 4 largos años por investigadores de la Universidad de Aberdeen reveló que no existe tratamiento para curar un dolor producido por una experiencia muy negativo, o como se dice en cristiano no hay cura para un corazón roto.

La investigación publicada el pasado mes diciembre del año 2014 fue realizada en base al síndrome de cardiomiopatía de Takotsubo, mejor conocido como el síndrome del corazón roto y el cual fue estudiado en 1990 por un grupo de cardiólogos japoneses, y en el análisis de 260 personas que manifestaron la pérdida un ser querido o una ruptura sentimental.

Los expertos determinaron que el 70% de las personas que fueron sometidas al estudio presentaron alteraciones continuas en sus corazones, además de cuadros de depresión severa.

Los seres humanos tenemos un mecanismo para enfrentar situaciones amenazantes. Cuando hay dolor psicológico la mente genera una hormona llamada cortisol, conocida como la hormona del estrés, la cual provoca inflamación de las células haciendo que la circulación sanguínea no sea óptima.

La depresión es un signo de problemas cardíacos ya que están directamente vinculados al estrés y está clínicamente comprobado que éste último es un factor de riesgo coronario, según la opinión de varios cardiólogos nicaragüenses.

Una psiquiatra nos comentó que los duelos provocados por la pérdida de seres muy queridos generalmente duran de 3 a 4 años sin embargo hay algunas personas que no logran superarlo por lo que se debe recetar anti-depresivos para evitar crisis nerviosas.

El duelo es una situación que se debe vivir en todas sus etapas ya que todos tenemos la capacidad de seguir adelante con nuestra fuerza propia pero con la ayuda de la familia y una fuerza espiritual inquebrantable.

¿Cómo se supera el dolor?

Varios expertos recomiendan las siguiente actividades para superar las emociones negativas:

  • Meditar: Encontrar estados de relajación a través de la meditación es indicado para alcanzar la paz.
  • Escuchar música: Los sonidos relajantes y naturales sirven para hallar la tranquilidad.
  • Retiros espirituales: Encontrarse con un ser superior brinda esperanza y genera endorfinas en nuestro cerebro.
  • Desahogarse. Contar aquello que perturba y entristece puede ayudar a cargar con el peso de la pena y el dolor.
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