En una procesión que duró nueve horas y estuvo rodeada de cientos de devotos y promesantes, la icónica imagen de Santo Domingo de Abajo regresó a su capilla en la comunidad de San Andrés de la Palanca, ubicada en el municipio de Mateare.
El fervor y la alegría de la multitud que acompañó la procesión, junto con la riqueza de las tradiciones y la cultura, marcaron el emocionante retorno del santo a su hogar.
Durante 13 días, la imagen de Santo Domingo de Abajo residió en la iglesia Cristo del Rosario, en el barrio que lleva su nombre en el distrito dos de la capital.
Sin embargo, en la mañana del domingo, a las 6:00 en punto, la imagen inició su retorno en hombros de sus cargadores, comenzando una travesía que reunió a creyentes y devotos deseosos de participar en este evento especial.
El alcalde de Ciudad Sandino, Raymundo Flores, no pasó por alto el fervor y la dedicación de los acompañantes, resaltando la importancia de la paz y la tranquilidad que envolvieron las festividades.
Múltiples bandas de chicheros, el estallido de cohetes y la vibrante danza de los promesantes crearon una atmósfera llena de energía y emoción. La participación de diablos negros, diablos rojos, vaquitas y otras figuras tradicionales añadió un toque festivo y colorido al evento.
Un grupo de caballistas se unió a la procesión, dando la bienvenida a Santo Domingo de Abajo desde la cuesta El Plomo, un momento de gran significado en la jornada.
La procesión también contó con la presencia de gigantonas, marimbas y diversos vendedores que ofrecían una variedad de delicias, desde manzanas en miel hasta algodones de azúcar y bebidas refrescantes.
Ciclistas y carretones tirados por caballos de trabajo se sumaron al desfile, en una muestra de la diversidad de participantes que se unieron para celebrar este evento tan querido por los nicaragüenses.
El regreso triunfante de Santo Domingo de Abajo a su capilla en San Andrés de la Palanca dejó un sentimiento de unidad y gratitud en todos los corazones presentes, reforzando los lazos de la comunidad y manteniendo viva la tradición por generaciones venideras.