Rachel Lenhardt de 36 años, madre de cinco y maestra, debió enfrentar siete diferentes cargos ante la Justicia luego de que la policía conociera detalles respecto de una fiesta que organizó en su vivienda con amigos de su hija de 16 años.
En ese evento, los protagonistas fueron los menores, el alcohol, el sexo y las drogas. Y ella, desde luego.
El hecho ocurrió en abril, en el Condado de Columbia, Georgia, luego de que su hija le enviara un mensaje de texto para coordinar una fiesta con sus amigos. «Vamos, festejemos», fue la respuesta de su madre.
Esa misma noche, según el reporte policial, la mujer alentó a los presentes a realizar un juego llamado Twister, en el cual quien perdía debía desvestirse.
Luego de algunas horas, en las que Lenhardt permitió a los menores fumar marihuana y consumir alcohol en abundancia, la docente tuvo sexo con un adolescente de 18 años en el baño contiguo al living, mientras los demás continuaban con el juego sexual.
Visiblemente ebria, la mujer no quedó conforme y continuó con sus deseos sexuales, incluso delante de su hija y el resto de los presentes.
En determinado momento, les dijo a todos: «Todavía estoy excitada», subió a su habitación, trajo consigo juguetes sexuales y comenzó a utilizarlos frente a los invitados, que no podían creer lo que veían, pero festejaban. Al cabo de un rato, decidió acostarse en su habitación.
Pero el hecho condenable no terminó allí. Luego de quedarse dormida en su dormitorio, la mujer se despertó al sentir que uno de los adolescentes estaba penetrándola.
Al principio, según el informe presentado por la Oficina del sheriff, creyó que se trataba del joven con quien había tenido sexo en el baño. Sin embargo, luego de un rato percibió que se trataba del novio de su hija, de 16 años.