Respira profundamente y otorga al descanso un papel importante en tu vida. Descansa del trabajo, de los otros, del futuro e, incluso, descansa de ti misma.
En tu día a día te enfrentas a miles de agentes que te estresan, pero recuerda que lo que no debes perder de vista es tu esencia, tus valores, tu interior. Es por ello que en ocasiones hay que hacer una pausa al mundo que gira sin detenerse y concentrarse en lo que realmente vale la pena.
Escápate del alboroto. Métete al carro, al baño, a cualquier lugar silencioso donde puedas cerrar la puerta o ponte unos audífonos que te hagan escapar del mundo exterior.
Siéntate derechita pero cómoda. Tu postura debe de estar despierta, con el pecho al frente, los hombros relajados y el cuello estirado. Coloca tus manos sobre tus piernas con las palmas hacia arriba.
Respira profundamente. Cuando estás estresada y con prisa se te olvida respirar y lo haces agitadamente. Inhala por la nariz y exhala con calma. Concéntrate en sentir cada parte de tu cuerpo, no pienses en nada más que en eso.
Después concéntrate en sentir tus emociones, sin intentar cambiarlas.
Repite “no estoy en mi cuerpo”, “no estoy en mi mente” mientras respiras.
Recuerda las razones por las que haces lo que haces, por las que estás agradecida y lo que te hace sentir feliz. De esta forma sustituirás los sentimientos negativos por positivos. Olvídate de tus obligaciones y concéntrate en tus deseos.
